Pappo murió hace 18 años en su moto y cada día lo extrañamos más
El 25 de febrero de 2005, mientras transitaba la ruta 5 a la altura de Luján, Norberto Napolitano, Pappo, tuvo un accidente y falleció poco después. Su música vive tan potente como cuando la editó. Ya había tocado con Los Abuelos de la Nada y Los Gatos, pero 1973 fue el año del gran despegue, con los volúmenes 3 y 4 de Pappo’s Blues. Anécdotas y un repaso por las canciones.
Por Bobby Flores (Infobae)
Se cumplen este año 50 años de muchas cosas, obviamente. Por ejemplo de las primeras elecciones después de 8 años de dictaduras. Peronistas de un lado con los radicales del otro y una tercera fuerza de derecha extrema -la Nueva Fuerza-, liderados por un señor Chamizo que era el ejecutor de los ideales de Álvaro Alsogaray, líder de la UCD. Y las campañas como siempre pero sin redes sociales ni teléfonos celulares.
Los quilombos, las provocaciones y los comentarios al respecto eran más cara a cara.
Ese año Huracán consiguió su primer campeonato de fútbol dirigidos por César Luis Menotti. Un equipazo inolvidable que atraía multitudes, con Houseman, Brindisi, Avallay entre otros más dando cátedra de un fútbol exquisito. No obstante la tele seguía transmitiendo prehistóricamente a Boca y River, ambos bastante por debajo de su standard… según decían los amigos de mi viejo, claro. Los canales de deportes todavía eran un sueño demasiado extravagante.
Perón volvía de su exilio y lo que debía ser una fiesta popular de bienvenida en Ezeiza terminó en una balacera descomunal entre facciones internas del mismo partido. Además, terrorismo y violencias varias en todos lados, militares que no se querían ir del todo, el sueño hippie hecho pedazos inservibles.
Como pasa, a veces, claudicó una generación alta en conceptos pero sin carácter. Una generación entera de elevados pensamientos pero débiles movimientos, pasaba al mundo de las utopías.
Musicalmente 1973 fue tierra fértil.
De España nos llegaba “Mediterráneo”, una joya de Joan Manuel Serrat en su cenit artístico. Por otro lado, el español que más discos vendía de momento era Nino Bravo, que muere trágicamente un par de años después.
En Uruguay Daniel Viglietti hacía “A desalambrar”, que junto a Alfredo Zitarrosa y otros más eran la voz de los que pasaban de la reforma agraria a Cortázar y a la penetración cultural en la misma conversación en menos de 3 minutos. La cultura joven era eso, después llegaría la del sexo, drogas y rock n’roll, más cerca de este siglo la trilogía se convertir´´ia en masturbación, crack y Madonna. Ahora el trípode sería otro pero no vislumbro un gran cambio de estilo. “Fama, porro y guita”, me dijo un productor la otra noche, yo lo tomé en joda pero me parece que él no.
De este lado, a los uruguayos sumábamos la poesía certera de Daniel Toro con su “Cuando tenga la tierra”.
El show más convocante de ese año fue la inauguración del teatro Astros con un recital de Raphael producido por Canal 11. “El niño” le decían a Raphael, que también venía de la Madre Patria pero en otro avión.
Debutaba en la televisión un nuevo romanticón, Sergio Denis, con lindas canciones, buena voz y una prolija belleza. El joven creció enseguida para encabezar carteleras de carnaval con Sandro y Palito que la estaba pegando grosso con “Yo tengo fe”, un tema muy a la medida de los tiempos que corrían. Cambio de gobierno, fin de los exilios, violencia organizada y salvajismo callejero. Pero la fe no se pierde nunca.
Pero el ying tiene el yang. Las dos caras de la moneda, los lados de la Luna.
Por otro lado ese año Luis Alberto Spinetta hace “Artaud”, tenía 23 años, y Charly García, de 22, con Nito Mestre de 20, componen “Confesiones de Invierno”.
Uno ya había disuelto dos bandas seminales para nuestra música, Almendra y Pescado Rabioso. Una tarde le pregunté a Luis porque le había puesto Pescado Rabioso y me dijo: “Porque así nos sentíamos, como peces hidrofóbicos. Pescado Rabioso me pareció más musical, pero así nos sentíamos…”
Los otros dos, apenas adultos, habían debutado el año anterior como Sui Generis con “Vida”. Su disco debut vendió 80.000 copias. Si tenemos en cuenta que un disco de oro se ganaba otorgaba con 10.000 ejemplares, podemos dimensionar su impacto en las nuevas mentes.
Como en una Scalextric gigante, por el andarivel del costado venía Pappo. Embalado, a los pedos, como vivió siempre. Muy relajado pero a toda velocidad.
Pappo, nacido Norberto Napolitano era también en 1973 un porteño de 23 años. Hijo de una poeta, un mecánico de autos y hermano de una concertista de piano, era un tipo de una sensibilidad arrolladora con modales de Los Picapiedras.
Cómo no quererlo.
Llevamos 18 años sin él.
Hay muchas historias incomprobables de sus comienzos con la guitarra eléctrica. Tengo una que es increíble pero hay testigos. Los Iracundos originales fueron testigos, pero justamente el de la historia fue el último de la banda que partió rumbo al mundo de los invisibles. Así que quedamos Fabián Chiarello que fue el que me lo presentó y yo. Y uno más que no recuerdo ciertamente quién era.
Estábamos en una medianoche, así que se justifica el olvido. Fue Leonardo Leoni Franco el que nos contó la historia. Era el guitarrista fundador de la banda. Los Iracundos eran uruguayos, más famosos que Uruguay mismo. Preciosos.
Leoni vivía en La Paternal y tenía un Chevrolet Rally Sport que llevaba a arreglar al taller del padre de Pappo. Un día Leoni vio tocar una guitarra criolla a Norberto -por ese entonces aun no era Pappo-, así que le ofreció el puesto de plomo en un par de shows que tenía por delante el grupo: el pibe se encargaría del cuidado de la eléctrica de Leoni. Ahí es donde cuenta que él le pasó los primeros yeites de una guitarra eléctrica al ilustre guitarrista del futuro.
¡Qué sé yo! En lo personal estoy lleno de estas cosas. A las que me duran en la cabeza termino dándoles bola, no sabría fundamentar por qué, y lo que es peor ¿para qué? Sucede que con el tiempo ya intuís cuáles son ciertas, más que por el relato o por la historia en sí, por cómo y desde dónde son contadas. A Leoni Franco le creímos porqué no tenía ninguna necesidad de inventar algo así, si era el guitarrista de Los Iracundos. Pappo todavía no terminaba la secundaria y los uruguayos ya llenaban tres clubes de barrio por noche.
Así que Pappo en el 73, hace 50 años, saca dos discos, que junto a “Artaud” y “Confesiones”, marcan los cuatro puntos cardinales de la brújula del rock argentino, que ya empezaba a tomar vuelo propio.
“Pappo´s Blues Vol 3″, que en realidad sale en diciembre del 72, y “Pappo´s Blues Vol 4″, rodaron juntos por el empedrado al mismo tiempo. Luis también tenía dos obras con “Pescado 2″ y “Artaud” mientras que Sui Generis sacaba “Confesiones de Invierno” todavía vendiendo discos de “Vida”. Ningún adolescente post hippies podía estar ajeno a estos pibes que con 23 años estaban dando vuelta la cabeza de todos para siempre.
En el contexto de violencia política que se estaba viviendo, con cambio de sistema social absolutamente marcado, los jóvenes de ayer necesitaban una banda de sonido acorde a su vida. Luis le imprimió a las huestes alto vuelo intelectual, Charly y Nito Mestre aportaron su poesía clara, mientras Pappo le puso marcha.
“Pappo´s Blues volumen 3″ es la base de todo lo que vendría después. Con Pomo Lorenzo en la batería y Machi Rufino al bajo, conformaron una base más poderosa que la de Deep Purple o Black Sabbath… y se lo discuto a cualquiera con los discos en la bandeja. Eran tres tipos comparables a la culata, el gatillo y el caño de una ametralladora musical, un disco aun hoy increíble.
El comienzo con el velocísimo instrumental “Stratocaster boogie” con un Pappo inspiradísimo. También tiene gemas surrealistas como “Sándwiches de Miga”. El breakbeat adelantado a su tiempo de “El Brujo y el Tiempo” inspirado en el dibujo que fue la tapa del disco, obra de la artista plástica Cristina Villamor. “Siempre es lo mismo nena” es el blues más básico encontrado con una letra postadolescente que encierra el que, para mí, es uno de los mejores solos de guitarra del blues mundial. “Sucio y Desprolijo” fue un himno generacional después que se supiera que Pappo se lo había dedicado a la madre, no al sistema universal como se suponía. Hasta hicieron un tema para que pasen en las radios como me dijo el mismísimo autor, “Trabajando en el Ferrocarril”, una balada tipo Creedence que nada tiene que ver con el resto del disco pero le funcionó en Modart en la Noche o Música con Thompson & Williams, que eran los musicales nocturnos de las AM escuchados por multitudes.
El disco sale a fin de año en 1972 y es presentado oficialmente por algunos meses con la banda ya en los aplausos finales. Pomo y Machi se van con Spinetta para formar Invisible casi inmediatamente, demostrando que la base rítmica que formaban era imbatible. Luis presentó “Artaud” ese año solo en el escenario, así decide después de la experiencia acústica formar el trío más avanzado de la época.
Pappo entonces vuelve a su principio y lleno de ideas convoca a sus viejos camaradas del primer disco, David Lebón y Black Amaya, ahora en plan de banda más numerosa. Con Alejandro Medina y el brillante baterista Isa Portugheis, todos graban el “Pappo´s Blues Vol 4″.
Si el anterior disco te sumergía en el blues más tradicional, este disco era el que agarraba de los pelos de la nuca para sacarte violentamente y mostrarte lo que vendría.
El inicio del viaje nuevo es con “Fiesta Cervezal”, un riff velocísimo y una letra fraseada que a Juanse le encanta. “Gato de la Calle Negra” es de esas canciones que me encantan a mí, un refinado humor en la letra subido a una guitarra distorsionada, un tema que haría a grupos futuros como Jesus & Mary Chain replantearse muchas cosas. Sin explayarme más de lo que me aconsejan, no deja de asombrarme “Con Elvira es Otra Cosa”, que quedó del Volumen 3, incluido en esta obra donde Pappo vuelve a estar secundado por Pomo y Machi. Escuchar este disco hoy es rescatar el germen de lo que se anda buscando hoy, hablando de bandas que buscan lo que no hay.
Pappo era incansable, después de estos discos comienza con lo que todos vieron: las resucitaciones de Pappo´s Blues nunca iguales, Riff, Aeroblus. Siempre brindándose generosamente a “Las Huestes”, como solía llamar a sus seguidores, que nunca dejaron de crecer.
Es más, después de su muerte veo crecer aún más fans de sus discos.
Como Michel Peyronel recordaba de “Pappo entre amigos”, su latiguillo mientras estaba en plan de componer o de tocar, siempre con su risa a mano, pegándole a los que tenía cerca, abrazando a los que llegaban, buscando más cerveza fresca permanentemente, cargándose a él mismo antes que todo.
Hasta que paraba, pedía silencio y se sentaba en un escalón a escribir. O salía colgándose la guitarra para el escenario. Ahí decía lo suyo… “A la música no hay que tocarle el culo…”. O la reflexión que tantas veces le escuchamos con Jorgito del 46, cada vez que lo reconocían como Capo, Genio, Grande Pappo y semejantes. Era natural que sonriera con esa carraspera que nunca abandonaba mientras decía… “Tarde”.
Pappo se murió viajando en moto una madrugada hace ya 18 años.
Sus discos siguen sonando en las radios como hace 18 años, su imagen es la que aparece en la tele siempre a esta altura hace 18 años.
El blues está como hace 18 años.
Eso hace que cada vez lo extrañemos más.
===>#ELSIESTERO, Historias y anécdotas de las mejores Bandas del Mundo, Domingos de 17.00 hs. a 18.30 hs. 105.1FM www.fmsos.com.ar