La increíble historia de los 24 rugbiers que contrataron para proteger a los Rolling Stones
Era la quinta gira que hacían por el Reino Unido y, aunque solo tenían dos años de rodaje y un álbum publicado, Los Rolling Stones ya eran una banda sumamente popular. Tanto que contener a los fanáticos antes de cada concierto era un desafío tan grande para las fuerzas de seguridad que en la previa de un concierto que ofrecieron en Liverpool, el 13 de septiembre de 1964, ocurrió una historia increíble.
La seguridad estaba desbordada a tal punto que contrataron a 24 rugbiers para proteger a los Rolling Stones del fanatismo de sus seguidores. Y aun así, con el tamaño y el aguante de los rugbiers haciendo un cordón humano, el intento fracasó: los fanáticos también superaron esa valla que se interponía entre ellos y los ídolos.
Los ídolos tenían nombre, apellido y roles: Mick Jagger (voz y armónica), Keith Richards (guitarra), Brian Jones (guitarra), Bill Wyman (bajo) y Charlie Watts (batería y percusión). Aquella gira, reconocida a lo largo de la historia como “The Rolling Stones 4th British Tour 1964″, había comenzado el 5 de septiembre y, si bien finalizó el 11 de octubre, fue aquel 13 de septiembre, en el Teatro Empire de Liverpool, cuando ni varios forwards de rugby pudieron frenar a los seguidores.
Los 24 rugbiers que protegieron a Los Rolling Stones en la tierra de Los Beatles
Para septiembre de 1964, Liverpool ya estaba consagrada mundialmente como la cuna de Los Beatles, quienes en febrero de ese año habían cruzado por primera vez el Atlántico y llegado a los Estados Unidos donde fueron un gran éxito. Los Stones, que venían un paso atrás, también se estaban ganando un gran respeto de las masas juveniles, que los seguían y adoraban.
Sus formas de expresarse y mostrarse en público fueron un caldo de cultivo ideal para que la prensa los mostrara como la oposición a Los Beatles, quienes eran los chicos buenos y prolijos de la música. Los Rolling Stones, por el contrario, eran los desalineados, los chicos malos del rock.
De todos modos, la relación entre ambas bandas -a las que la historia pondría con el tiempo en la cima del rock- era excelente. De hecho, el guitarrista de Los Beatles, George Harrison, fue quien recomendó al sello discográfico Decca para que le permitiera grabar a los Rolling Stones su primer álbum (“Rolling Stones”) y los propios Lennon y McCartney les cedieron la canción “I wanna be your man”, que grabada en formato de single terminó siendo el primer gran éxito de los Stones.
La nueva gira británica de la banda liderada por Jagger y Richards había comenzado en Londres el 5 de septiembre y ya había pasado por las ciudades de Leicester, Colchester, Luton, Cheltenham y Cardiff (Gales), antes de desembarcar en Liverpool.
El despliegue potente y llamativo que tenían en vivo cautivaba a su público que se desesperaba por ellos. De hecho, el tour abarcó 29 ciudades británicas a lo largo de 37 días. En un mes y una semana, actuaron en 32 noches pero con dos presentaciones en cada una de ellas, por lo que dieron un total de 64 recitales.
El 13 de septiembre, Liverpool los recibió con el fervor que los músicos esperaban. Pero toda la prevención que habían tomado, incluyendo los dos pares de docenas de rugbiers como seguridad adicional, no alcanzaron. Cinco mil fanáticos desbordaron el legendario teatro Empire (fue fundado en 1925), que disponía de una capacidad para un poco más de 2300 personas.
En términos deportivos, a esa numerosa defensa de rugby le hicieron un try. Y en términos de popularidad, Los Rolling Stones ya eran mucho más que eso. Ccomenzaron a consolidar el camino que los llevaría a que se convirtieron hasta el día de hoy: una de las bandas de rock más populares de todos los tiempos.
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