Los Beatles separados, la propuesta de John Lennon y la furia de Paul McCartney: “Los voy a aniquilar”
Las relaciones entre los miembros del grupo se fueron desgastando, por todo el negocio que rodeaba a los músicos que, además, tenían ideas y proyectos individuales.
Se cumplen 54 años de la separación de Los Beatles. Un momento en la historia de la banda de Liverpool que entre fines de 1969 y comienzos de 1970 parecía más cantado que sus mismísimas canciones, sin embargo, se terminó dando a través del personaje menos pensado: Paul McCartney, a quien la historia ubicó siempre con el más fanático de Los Beatles de los propios cuatro beatles.
Pero la etapa final del grupo irritó tanto al bajista que incluyó una amenaza impropia de su habitual corrección política, un dedo en la cara de su compañero Ringo Starr y hasta la frustración de un disco que no fue, el entonces nuevo proyecto musical de Los Beatles que quedó trunco por el anuncio unilateral de Paul.
A 54 años de la separación de Los Beatles: entre el disco que quería John Lennon y las ironías de Paul McCartney
Con el paso del tiempo, las interminables capas de polvo que recubren la historia de Los Beatles se van plumereando y siempre termina surgiendo algo distinto, novedoso. Que no modifica sustancialmente el qué pero le da matices al cómo.
Posiblemente, en el último lustro, uno de los más importantes hallazgos es la docuserie “The Beatles: Get Back”, de Peter Jackson, quien gracias al acceso e indicaciones de los beatles sobrevivientes (Paul McCartney y Ringo Starr) y de las viudas de los dos fallecidos (Yoko Ono-Lennon y Olivia Harrison), reconfiguró la imagen de los últimos tiempos de la banda, la que había quedado plasmada en la película Let it Be, de Michael Lindsay-Hogg, grabada en enero de 1969.
En aquel film se ve una gran tensión entre los músicos, trabajando casi enojados en el estudio de grabación de lo que terminó siendo el último álbum publicado por el grupo, Let it be. Pero fue el último publicado aunque no el último grabado, porque esas cintas quedaron archivadas durante todo 1969 y en abril de ese mismo año Los Beatles volvieron a juntarse y grabaron el que sí fue su último disco juntos -pero anteúltimo editado-, Abbey Road.
La docuserie de Jackson muestra a cuatro músicos preparando su regreso a los shows en vivo (quedaría resumido al célebre “Concierto en la azotea”) pero en un clima de trabajo mucho más relajado que el observado en Let it Be. De ahí se comprende mejor por qué a los pocos meses, en abril de 1969, Los Beatles pudieron grabar Abbey Road.
De todos modos, las relaciones efectivamente habían sufrido un desgaste, en especial por todo el negocio que rodeaba a los músicos que, además, tenían ideas y proyectos individuales por encima del grupo. Así y todo, en 2019 el periodista Mark Lewisohn, historiador de la banda, reveló que mientras Abbey Road salía a la venta, en septiembre de 1969, John, Paul y George se reunieron para discutir un nuevo disco (Ringo no estuvo porque se estaba haciendo chequeos médicos).
En aquel cónclave, Lennon propuso un trabajo en conjunto basado en temas propios (cuatro de él, otros tantos de McCartney y de Harrison; y un par de Ringo). Pero sería el grupo interpretando temas individuales, no habría más autoría en conjunto (la famosa sociedad “Lennon-McCartney).
Paul se permitió ser irónico ante la equidad como autor de Harrison respecto a él y a Lennon (George solía ser muy inseguro de sus composiciones, algo probablemente potenciado por la abrumadora presencia de sus dos compañeros). Y no faltaron ironías del propio John contra McCartney por algunas canciones que el guitarrista solía definir despectivamente como “para cumpleaños de tías”.
A 54 años de la separación de Los Beatles: sin disco y con divorcio
Finalmente, el proyecto no prosperó. Mientras lo discutían, la famosa tapa de Abbey Road con los cuatro músicos cruzando la senda peatonal comenzó a hacer un ruido insospechado: una noticia falsa indicó que Paul McCartney había muerto en un accidente automovilístico en 1966, lo que explicaba por qué la banda no tocaba más en vivo, entre otras cosas. Aquella portada icónica representaba un funeral (el sacerdote, Lennon; el funebrero, Starr; y el familiar, Harrison; y el muerto, McCartney, porque estaba descalzo).
Abrumado por este invento, McCartney se recluyó en su campo en Escocia durante seis meses. Ahí grabó su primer disco solista y cuando regresó a Londres las cosas no eran como él quería, en especial desde lo administrativo. La empresa de Los Beatles, Apple Corps, era un caos y Paul se enteró que para editar su disco debía ir a la fila, porque no podía superponerse con el lanzamiento de Let it Be ni con el también debut solista de Ringo Starr, “Viaje Sentimental”.
Paul se indignó tanto que amenazó al bueno de Ringo y a través de él, al resto del grupo: “Me están boicoteando y los voy a aniquilar: me las van a pagar”, le dijo al baterista, poniéndole un dedo en la cara.
Unas semanas después, anunció en la solapa de su nuevo trabajo llamado “McCartney” que abandonaba a Los Beatles, respondiendo a una autoentrevista en la que hablaba de “diferencias personales, diferencias de negocios, diferencias musicales. Pero sobre todo porque estoy mejor con mi familia. ¿Temporario o permanente? De verdad, no lo sé”.
Su decisión fue era definitiva que quiso cerrar un acuerdo con sus tres viejos amigos de Liverpool pero, como no lo consiguió, el 31 de diciembre de 1970, como un regalito de fin de año, demandó judicialmente a Lennon, a Harrison y Starr. Dicho de otro modo: Paul McCartney pidió formalmente el divorcio. Y fue el final.
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