Sid y Nancy

La trágica historia de Sid y Nancy: heroína, un cuchillo clavado en el estómago y la fianza que pagó Jagger

Hace 45 años, el bajista de los Sex Pistols apuñalaba en una habitación del Chelsea Hotel a su novia y manager. Los dos tuvieron una breve vida de excesos y adicciones. El ingreso a la banda, la fama efímera, el descenso a los infiernos. La muerte de Sid por sobredosis pocos meses después

Por Matías Bauso (Infobae)

Sid Vicious fue algo así como cantante y bajista. Integró los Sex Pistols. Se convirtió en el ícono del punk. Protagonizó cientos de escándalos. El 12 de octubre de 1978, 45 años atrás, asesinó a su novia Nancy Spungen en el Chelsea Hotel (Watal Asanuma/Shinko Music/Getty Images)

Sid Vicious fue algo así como cantante y bajista. Integró los Sex Pistols. Se convirtió en el ícono del punk. Protagonizó cientos de escándalos. El 12 de octubre de 1978, 45 años atrás, asesinó a su novia Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

Sid y Nancy se convirtieron, para muchos, en una especie de Romeo y Julieta de la escena punk. Pero en su historia hubo poco de amor. Hubo dolor, excesos, la falta de sentimientos que produce la heroína, locura, oscuridad, violencia, auto destrucción y muerte.

Sid Vicious fue algo así como cantante y bajista. Integró los Sex Pistols. Se convirtió en el ícono del punk. Protagonizó cientos de escándalos. El 12 de octubre de 1978, 45 años atrás, asesinó a su novia Nancy Spungen en el Chelsea Hotel. Sid murió atiborrado de drogas el 2 de febrero de 1979. Pero nadie, por más esfuerzo que haga, puede imaginar cómo sería hoy, a los 67 años. Parece imposible que hubiera podido soportar tantas décadas más de excesos y descontrol. O, tal vez, hubiera pasado todos esos años encerrado cumpliendo la condena por el asesinato de Nancy. Su imagen quedó fijada, cristalizada, en su juventud maltratada, desesperada, desaforada, sin futuro.

La pareja había llegado al Chelsea Hotel el 24 de agosto de 1978. Se habían instalado en una de las habitaciones de los pisos superiores. A los pocos días, el ex bajista de los Sex Pistols colapsó en el lobby. Su cuerpo quedó temblando contra la alfombra, la cabeza golpeaba contra el piso, de su boca salía una especie de espuma verde. Estuvo internado unas pocas horas. A la semana siguiente prendieron fuego el colchón de la habitación. Varios empleados del hotel sofocaron el incendio con matafuegos. Sid Vicious pagó los daños. Pero fue trasladado con Nancy al primer piso del hotel, al que se lo conocía como “el de los drogadictos”. Los ubicaron más cerca de la conserjería para tenerlos más controlados, para estar más cerca en caso de desastre.

Ambos habían intentado algún tratamiento de rehabilitación pero a los pocos días desistieron. Casi no salían de la habitación. Se drogaban con heroína, tomaban barbitúricos y veían televisión. Nancy, además de la novia, se había convertido en la manager de Vicious. Creyó que con la fama obtenida con los Sex Pistols, con su aura de chico malo, le sería muy fácil conseguir actuaciones y contratos. Pero no fue así. Lo que se impuso fue su mala fama. Sid Vicious sólo le traía problemas a los dueños de los clubes, promotores y productores. Hizo algunos shows solistas en Nueva York en el Max’s Kansas City y en el CGBG. Salieron mal: comenzaban mucho más tarde de lo anunciado, solían suspenderse a los pocos temas, Sid tenía una conducta errática en el escenario, y muchas veces violenta (llegó a partir una guitarra en la cabeza de un espectador); el público por lo general abucheaba, insultaba y provocaba destrozos en el local. En los primeros días de octubre cobró las regalías por su versión (vandalizada) de My Way. Nancy llegó con los 25.000 dólares al hotel. Los dealers y junkies comenzaron a acudir a la habitación 100 del Chelsea. Hubo mucho movimiento esos días. Hasta que después de una extensa noche de fiesta, la mañana del 12 de octubre de 1978, el horror se hizo presente.

Poco antes del mediodía, el conserje del Chelsea Hotel atiende un llamado telefónico. La comunicación es breve, abrupta. “Hay un problema en la habitación 100″. La voz parecía salida desde un subsuelo. Creyeron que se trataba de una broma. A los cinco minutos otra vez el teléfono. “Alguien necesita un médico en la 100″. El conserje mandó a un botones a chequear la situación. El joven subió al primer piso. Al llegar vio la puerta entornada. La empujó y encontró la cama desarmada, vacía. Por el suelo los restos de la fiesta de la noche anterior. Hasta que algo lo sobresaltó. Siguió un rastro de sangre que salía de la cama y terminaba en el baño. Apenas se asomó vio el paisaje desastroso: Nancy Spungen estaba tirada boca arriba sobre un lago de sangre oscura. Sólo tenía puesta la ropa interior. Y un cuchillo clavado en el estómago.

La ambulancia y la policía llegaron de inmediato. Comprobaron lo obvio. La chica estaba muerta. Por los pasillos del hotel encontraron deambulando al novio de Nancy, a Sid Vicious. Lloraba, estaba ido, no articulaba. A un vecino de habitación le había dicho: “La maté. No puedo vivir sin ella”. Lo confirmó en el interrogatorio policial: “La maté. La maté porque soy un perro sucio”.

Poco más de tres meses después, Sid Vicious también moriría. La causa: sobredosis.

La icónica imagen de los Sex Pistols con la intervención sobre la figura de la Reina de Inglaterra. Su aparición, el surgimiento del punk, produjo un cimbronazo en la música y en la juventud de la época

Sid antes fue Simon John Ritchie. Entrando en la adolescencia y rebotando de ciudad en ciudad tomó el apellido del segundo marido de su madre, Beverly. Tuvo problemas en cada colegio por el que pasó. Su madre no se ocupaba de él. Apenas podía con su vida. A los 16 años conoció a John Lydon, el que después sería Johnny Rotten. Lydon tenía un hámster que se llamaba Sid. Una noche el animal mordió a su nuevo amigo. Y este gritó el nombre del hámster. En ese momento quedó bautizado como Sid. Sobre el apellido artístico hay dos versiones: algunos dicen que fue parte de su exclamación al ser mordido: “Sid is vicious”; otros dicen que lo tomó del primer tema del álbum Transformer de Lou Reed.

Luego formó The Flower of Romance, una especie de súper grupo potencial del punk sin obra. Un miembro fundador de The Clash, Viv Albertine y otra futura The Slits, y Sid. No grabaron. Después llegó a tocar la batería en el debut de Siouxie and The Banshees.

Se ganó un lugar en los Sex Pistols al pegarle un cadenazo al crítico musical, Nick Kent, pareja en ese entonces de Chrissie Hynde, por haber criticado a la banda. Malcolm McLaren supo ver su potencial. “Johnny Rotten es la voz del Punk. Pero Sid es la actitud” dijo.

McLaren propiciaba los escándalos y sabía aprovecharlos para generar interés en la banda. Después del single Anarchy in the UK y de una escandalosa aparición en televisión, el bajista Greg Matlock dejó el grupo. En su lugar entró Vicious en virtud de su vieja amistad con Johnny y del potencial mediático que McLaren vislumbró. En la grabación del disco Sid sólo tocó en un tema, su destreza con el bajo era mínima, y en esa canción su pista fue puesta muy atrás en la mezcla y tapada por otro línea de bajo. El álbum llegó al número uno en Inglaterra pese a las restricciones de venta en las grandes tiendas. Pero la intensidad de la vida interna hizo que implosionara. Unos meses después se disolvieron. Fue en una gira por Estados Unidos que debía durar quince días. Pero dos semanas era una eternidad en la vida de los Sex Pistols. Peleas, escándalos, drogas, colapsos. Y, muchos dicen, que Nancy.

Nancy Spungen era una groupie que durante su infancia y adolescencia había manifestado muchos problemas de salud mental y de adicciones. Se había escapado de la casa en un par de ocasiones y tuvo dos intentos fallidos de suicidio. A los 18 años se instaló en Nueva York. Se dedicó a perseguir chicos de la nueva escena punk. Siguiendo a Johnny Thunders y The Heartbreakers – en especial a su baterista- llegó a Londres. Allí conoció a Johnny Lydon. Él le presentó a Sid Vicious. Era conocida en el ambiente por su persistencia y su tendencia a no separarse de la banda una vez que lograba intimar con uno de sus músicos, quienes solían escapalarle luego de tener sexo con ella. Solía traficar drogas como medio de manutención. También las consumía torrencialmente. La describieron como la Yoko Ono del Punk. También la compararon con Courtney Love. Pero Nancy nunca demostró ningún talento, nunca fue una artista como Yoko y Courtney. Sus problemas de salud mental eran evidentes, lo mismo que su adicción incontrolable. Según los testigos, las peleas con Sid eran permanentes y muy violentas. Y eso lleva a la principal diferencia con las otras dos: ella terminó muerta.

Sin saber tocar y sin saber cantar, Sid Vicious a fuerza de actitud se ganó un lugar en la banda pionera del punk. En el disco debut, su bajo aparece en uno solo de los temas (Photo by Gie Knaeps/Getty Images)

Después de ser detenido, Sid cambió su versión. Dijo que él no la había matado, que luego de tomar treinta Tuinol, un potente barbitúrico, perdió el conocimiento (los especialistas reconocen que esa cantidad debió haberlo matado, que su supervivencia se acercaba al milagro). La pudo haber acuchillado antes de que hicieran efecto. Le fijaron una fianza alta que fue pagada por la discográfica a instancias de Malcolm McLaren. Salió en libertad mientras se investigaba el caso. Pero a los pocos días, en un club nocturno, le partió una jarra de cerveza en la cabeza a Todd Smith, el hermano de Patti Smith, tras flirtear y ponerse violento con su novia. Fue detenido otra vez. Lo mandaron a una cárcel en la que estuvo 55 días. Allí, a la fuerza, se desintoxicó. No tuvo durante todo ese tiempo acceso a la heroína. El 1 de febrero de 1979 salió de la cárcel. El dinero de la fianza y para los abogados, en este caso, lo habría aportado Mick Jagger. Esa noche Anne Beverley, la madre de Sid, organizó una fiesta por su (nueva) liberación.

Anne Beverley se casó joven con el padre de Sid. Él la dejó al poco tiempo. Ella empezó un derrotero de parejas inestables, malas decisiones y un camino sin retorno en la heroína. Parecía que todo iba a cambiar cuando conoció a Christopher Beverley. Se casaron pero el matrimonio duró poco. Beverley murió seis meses después. La mujer no encontraba su camino. Sus adicciones se profundizaban. Su hijo no tenía control y él empezaba a tener sus propios problemas graves. Esa noche de febrero de 1979, Anne no sólo le organizó el festejo por su salida de prisión. También le compró a su hijo la heroína para celebrar su regreso a la vida en libertad.

Sid Vicious murió de sobredosis esa misma noche. Tenía 21 años.

En relación a la muerte de Nancy, con el correr de los años, surgieron otras teorías. Todos intentan exculpar a Sid y se basan en especulaciones e hipótesis pero en escasas pruebas. Hablan de un dealer y de un adicto que habrían entrado a la habitación 100 del Chelsea Hotel esa noche. Dicen que faltaba todo el dinero que Nancy había cobrado de regalías y de las últimas actuaciones de Sid. Sin embargo en la fiesta de esa noche, en las puertas abiertas y teniendo en cuenta el mal estado de los anfitriones cualquiera pudo haberse aprovechado para robarlos. Muchos testigos sostienen que había fajos de dinero tirados por los rincones desde hacía días. También, es factible que ellos se hubieran ocupado de gastarse todo el dinero en sus adicciones.

Están también los que hablan de un pacto suicida inconcluso. La madre de Sid dijo haber encontrado semanas después de la muerte de su hijo una carta manuscrita en la que hablaba de un pacto suicida y de que se iba a encontrar con Nancy. Se sospecha que fue ella misma la que la escribió. Anne Beverley, también, pidió que las cenizas de su hijo fueran esparcidas en la tumba de Nancy. La familia Spungen negó la autorización. De todas maneras, un amigo de Sid entró de noche al cementerio y lo hizo.

Una de las últimas fotos de la pareja en Londres. A los pocos días viajarían a Nueva York y se instalarían en el Chelsea Hotel, lugar en el que se produjo el desenlace fatal (Photo by Mike Lawn/Evening Standard/Hulton Archive/Getty Images)

Anne Beverley se siguió drogando durante varias décadas más y viviendo de las regalías de las grabaciones póstumas de su hijo, del merchandising del heroinómano y femicida convertido en leyenda. En 1996 escribió tres cartas, dejó un cheque de 10.000 libras para pagar su fastuoso entierro y se suicidó con un cóctel de drogas.

Con el correr de los años Sid Vicious se convirtió en una figura icónica del punk, la imagen del movimiento. Se cristalizó su imagen. Poco importa que cantara mal, que no supiera tocar el bajo, que su apogeo fuera breve y basado en escándalos, que haya asesinado a su novia. Alguien puede decir que de eso se trataba el punk, pero sólo alguien quien no haya entendido el movimiento.

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