Cincuenta años de la desgraciada aventura de Paul McCartney: una ciudad inhóspita, cuchillos, robos y cólera
El bajista grabó el mejor disco de su etapa post Beatles en condiciones tan peligrosas como insólitas.
Hace cincuenta años, Paul McCartney sacaba su mejor álbum post Los Beatles: “Band on the Run”, que llevó la firma de Wings, la agrupación que formó después de separarse de sus amigos de Liverpool. Con esa nueva banda, Paul se demostró que podía seguir siendo parte de un grupo sin que ese grupo fuese Los Beatles, aunque curiosamente este histórico disco lo encontró casi literalmente con su banda en fuga.
McCartney planeó en su cabeza una aventura que, lejos de ser geniales como tantas de sus canciones, fue desgraciada. Y casi trágica. Para escapar de la formalidad de los londinenses estudios de EMI, quiso mudarse a la sucursal de Lagos, la ciudad más importante de Nigeria, una excolonia inglesa independizada en 1960.
En aquella ciudad inhóspita, en el marco un país gobernado por una durísima dictadura y que apenas hacía tres años había salido de una guerra civil (con sangrientos enfrentamientos étnicos), Paul fue víctima de robos, de amenazas con cuchillos y hasta de la posibilidad de contraer cólera. Aquella decisión de ir a grabar a Lagos fue un error, aunque “Band on the Run” terminó siendo un deleite.
La aventura de McCartney en Nigeria: le robaron las cintas con las canciones y también los manuscritos
Paul McCartney encaró el proyecto como un trabajo en grupo y familiar. Planeó el viaje a Lagos para septiembre de 1973 donde grabaría con Wings, que tenía como cofundadora a su esposa Linda Eastman. La historia que se contaba en la canción que le daría el título al disco era casi una catarsis personal y, en cierto modo, de las estrellas del rock de la época.
Band on the Run (Banda en fuga) era una metáfora sobre el encierro del artista famoso que no puede salir de su cárcel, en su caso de Los Beatles. Y del hombre que quiere volver a ser uno más en la tierra y que termina regresando a las raíces. Raíces que, por cierto, Macca nunca abandonó: con 81 años, sigue girando por el mundo con su banda. Y resulta obvio que no se trata de acaudalarse con algunos dólares más.
Pero volviendo a la historia de Band on the Run, la banda que se terminó literalmente fugando fue Wings, que antes de viajar a Lagos se quedó sin baterista (Denny Seiwell) y sin guitarrista (Henry McCullough), quienes renunciaron sin haber grabado ni una pista del nuevo trabajo. Ciertas diferencias con Paul y Linda fueron insalvables.
Así, el exbajista de Los Beatles, que llegaba a la ciudad nigeriana con el sueño de encontrar tranquilidad, se encontró con un problema a resolver. Y decidió ser literalmente el hombre orquesta y él mismo se propuso grabar las pistas de la batería, la percusión y de la mayoría de las guitarras.
Claro, el tema fue que el problema mayor resultó ser no quién grababa sino grabar grabar en sí mismo, desde el aspecto técnico. Los estudios nigerianos del sello EMI eran desastrosos, con equipos no daban la talla pretendida por McCartney. Aun así, Paul quiso seguir adelante y salir del pase como fuese. Pero las cosas no le serían tan sencillas.
No solo los estudios de EMI eran un problema: Lagos y Nigeria también lo eran. La violencia en las calles eran constantes, como también la represión y el clima de inseguridad que reinaba en una ciudad cuya costa da al Océano Atlántico.
En ese marco, una noche Paul y Linda salieron a caminar luego de una sesión de grabación, con la idea de conocer un poco más profundamente el lugar y la profundidad los alcanzó enseguida, porque al rato del paseo, la pareja fue cruzada por un auto.
Los integrantes del vehículo comenzaron a preguntarles si querían que los llevasen a algún lado y ante cada “no” de McCartney la insistencia aumentaba. Con uno de estos hombres ya fuera del coche, Paul, cansado de lo que ocurría, directamente empujó al sujeto contra un auto.
Fue el detonante para que se bajaran los otros cinco que viajaban y, amenazándolo con un cuchillo, asaltaron a Paul McCartney y a su esposa. Les robaron dinero, una cámara filmadora y lo más valioso que el músico llevaba consigo: los demo y los manuscritos de las nuevas canciones que había traído desde Londres.
Afortunadamente, Paul tenía en la cabeza todas las canciones, por que debió sentarse a pasarlas nuevamente en limpio para seguir con el proceso de grabación que, igualmente, terminó recién en el regreso a Londres, a los famosos estudios de Abbey Road.
El propio Paul recordó tiempo después que lo más insólito le pasó al regresar a su casa en Inglaterra: “Fue gracioso porque había una carta de EMI que decía: ‘Querido Paul, bajo ninguna circunstancia vayas a Lagos: hubo un brote de cólera’”. La síntesis de lo que fue aquella aventura que terminó el 05 de diciembre de 1973 con el mejor disco de Paul McCartney fuera de Los Beatles.
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