Así fueron las últimas horas de Luca Prodan: entre la desidia, el abandono y una traición final
El brillante líder de Sumo murió el 22 de diciembre de 1987, a los 34 años. Nacería entonces el mito. Pero también muchos interrogantes, versiones cruzadas e informaciones confusas. Cuál fue el rol de su novia
Por Marianela Insua Escalante (Infobae)
Lo veían deteriorado hacía tiempo, la cirrosis avanzaba y las sombras de la heroína siempre estaban al acecho. A pesar de estos signos alarmantes, cuando Luca Prodan murió, su entorno no podía creerlo. Porque era fuerte y parecía inmortal. Porque había logrado salir del internado escocés que había sufrido hasta el mismísimo Príncipe Carlos -hoy, Rey Carlos III–, donde las duchas de agua fría y el trabajo forzado no hicieron más que el efecto inverso: Luca sería un prisionero, él quería ser libre.
El 22 de diciembre de 1987 el artista fue encontrado muerto. Y son tantas las teorías como las anécdotas de sus amigos y allegados. Gente que pasaba por ahí, que paraba a tomar una ginebra. Almas en pena que deambulaban por la casa de Alsina 451 en el barrio de San Telmo, donde se orinaba en los rincones y se dormía donde pintaba. La marginalidad al palo elegida por este italiano de buena familia que supo codearse con la realeza europea y con lo más profundo del underground porteño.
Mejor no hablar
“Al mediodía llegó un periodista de Crónica, que no sé cómo carajo se habrá enterado, supongo que alguno buchoneó”. El entonces baterista de Sumo, Alberto Superman Troglio, contó en el libro Luca Prodan: libertad divino tesoro, de Oscar Jalil (Editorial Planeta), cómo fueron esas primeras horas del día en las que supieron que Luca ya no estaba más en este mundo. Para el artista Fernando Noy, fue el dueño de la casa el encargado de “vender” la noticia. El hombre falleció tiempo después, así que nunca se supo a ciencia cierta quién llevó el dato a los medios: en una época sin Internet, ni Twitter, ni Whatsapp, es obvio que alguien llamó por teléfono al popular diario.
Troglio reconoce, en el mismo libro, que existía la necesidad de contactar a un abogado: Luca no tenía familia en Argentina, ni papeles, ni nada. “A uno de los primeros que llamamos fue a (Albino Joe) Stefanolo (conocido como el abogado del rock) y el tipo piloteó la historia. En la casa, todos esos hippies que vivían ahí se tomaron el raje y le afanaron un montón de cosas. Silvia tampoco estaba. Se habrán cagado todos hasta las patas”, recuerda Troglio. Silvia Ceriani fue la última novia de Luca, un personaje controvertido y muy mal visto en el círculo íntimo del músico.
Lo cierto es que el primer personaje ajeno a la banda que llegó fue el abogado “y un periodista de Crónica, que lo enganchó a Ricardo (Mollo) y le hizo una nota”, explicó el baterista en su momento. La resistencia de los Sumo era clara: la banda era popular, pero desde los márgenes de la cultura rock; el desprecio por lo establecido era parte de su leitmotiv.
“No queríamos que investiguen nada. Cuando fuimos a la comisaría con Stefanolo el tipo dijo: ‘Sí, tomaba un poco más de esto’. El policía nos preguntó: ‘¿Pero tienen alguna razón para decir muerte sospechosa?’. Le dijimos que no. ‘Entonces, ¿para qué vienen acá?’”, recuerda Timmy MacKern, el mánager de Sumo. Incluso repasa, en el libro de Jalil, la escalofriante pregunta: “¿Dónde lo metemos? Nadie quería recibirlo porque Luca no tenía domicilio y estaban todos los cementerios al re palo”.
El cuerpo sin vida del italiano de familia bien que había sido criado como un príncipe estaba a punto de ir a parar a una fosa común, pero fue Stefanolo quien consiguió el espacio en el Cementerio de Avellaneda, en el conurbano bonaerense. Con el tiempo cambiaron de lugar sus restos dentro del mismo cementerio y hoy yacen debajo de una enorme piedra que mandaron a traer de Nono, Córdoba, un lugar amado por Luca, y donde llegó de la mano de su querido MacKern.
La relación de Timmy con Luca era de lo más estrecha. Se habían conocido en Gordonstoun, el prestigioso colegio al que lo había enviado a internar su padre en Escocia y que siempre detestó. MacKern, al igual que Luca, tenía ascendencia escocesa y vivía en Córdoba, se escribían asiduamente y así fue cómo, quien luego sería su manager, lo invitó a instalarse en su casa de las sierras. Lo demás es historia conocida, solo la muerte pudo separarlos.
Heroína
Dicen que Luca tomaba alcohol para tranquilizarse porque el ácido le había destrozado los nervios. Y para apagar la irrefrenable adicción a la heroína. En el fondo, también buscaba el (equivocado) consuelo que mitigara el dolor por la muerte de su hermana Claudia (se suicidó inhalando gas después de inyectarse heroína), y por la frialdad de su padre al haberlo enviado a ese internado en el que fue tan infeliz, pese a que allí conociera a Timmy, quien se convertiría en la pieza fundamental para su desembarco en la Argentina.
Aunque la causa de la muerte que trascendió fue paro cardiorrespiratorio, el fantasma de la droga siempre rondó. Hay quienes lo desmienten y le echan toda la culpa a la cirrosis, pero es el director de cine Rodrigo Espina quien se la jugó y dijo su verdad en Luca Prodan: juventud… “Ocultar que hubo un pico de heroína a esta altura me parece… Es cierta la teoría de que se inyectó heroína y murió por eso. Después de tanto tiempo creo que no tengo por qué ocultarlo. Es verdad. Una de las formas de cortar la heroína es con Geniol o con veneno de rata”.
Espina era muy cercano al músico y a Sumo, y fue quien en 2007 estrenó el documental Luca con impactantes testimonios, entre los que se encuentra el de Cecilia Pollack, mamá de Prodan. “La (heroína) que él se inyectó vino con mucho veneno de rata y le explotó no sé qué cosa (…). Lo cierto es que Luca se moría de eso o de cualquier otra cosa. Su cuerpo no daba más. Yo mismo tiré lo que quedó de la heroína que se inyectó. Fui uno de los primeros que cayó a la casa. Agarré la heroína, la tiré a un baldío, me comí unas puteadas grandes de alguien… Así fue. No sé quién se la dio, hay una historia media negra con una tercera persona que está bajo secreto”, explicó, abriendo una nueva puerta a las sospechas. Según Espina, la única que sabe ese dato oculto es Silvia Ceriani, pero está seguro de que ella jamás dirá nada.
Por su lado, a Timmy poco le importan las causas de la muerte de su amigo, y cuando le preguntaron simplemente respondió que “Luca murió por una sobredosis de su vida (…), estaba tan hecho pelota que reventó”.
La cuestionada Ceriani asegura que Luca murió en sus brazos: “Soy la única persona que estaba con él. No se murió de sobredosis”. El entorno de Sumo no quería a Silvia: algunos la llamaban La Viuda Negra. Como el performer Geniol (siempre presente en los shows de Sumo), que en el libro de Jalil asegura que era “una chica diabólica y adicta a la aguja”.
Por su parte, Sergio Rotman (saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, Mimi Maura y Cienfuegos) dice que “el 90% de la gente que habla de Luca no tiene idea”, y que fueron dos amigos suyos quienes lo encontraron con la aguja clavada en el brazo.
Sumo iba a tocar el 30 de diciembre en Cemento, pero la noche de paz llegó para Luca días antes de Navidad. Si era eso lo que buscaba. El último tema en vivo que hizo Prodan con Sumo fue “Fuck You”, y sonó en la cancha de Los Andes, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Ese día también tocaron con Los Violadores, la banda de Pil Trafa, quien recordó: “Lo vi muy delgado, muy demacrado. Estaba amarillo”.
La noche del 20 de diciembre en Lomas de Zamora hacía frío. Luca quería tomar ginebra y la policía no lo dejaba entrar con la botella. Aunque fuera el líder de la banda que tocaba esa noche. Aunque, sin saberlo, ese fuera su último show. Ese día habían viajado en el Chevrolet Impala de Troglio. El baterista había dejado a Luca y a Silvia en el centro y con el resto de la banda se habían vuelto para Hurlingham, en la zona oeste del conurbano, de donde eran todos los demás.
Germán Daffunchio, compañero en Sumo, describió el final así: “La tragedia que vivimos, que fue la tragedia de Luca, es que a Luca de alguna manera lo devoró el personaje. Cuando murió no vino ninguno de todos los que se le aparecían para decirle: ‘Eh, vamos a tomar una ginebra’. Al Luca del Abasto, al de los bares y bares, se lo comió el personaje. Fue una lucha que perdimos. No logramos que dejara de tomar. De usarlo como remedio, el alcohol terminó siendo el veneno. Se murió a los 34 años. Era un pendejo… Pero ya no quería más nada. Estaba saturado de la vida”.
Sumo dejó su ADN en dos de las bandas más importantes del rock argentino. Por un lado, Las Pelotas, con Alejandro Sokol (fallecido en 2009), Daffunchio y Troglio, y por otro lado Divididos, con Mollo y Diego Arnedo. Aunque se hayan sumado nuevos integrantes y otros se hayan ido, el gen es Sumo.
Brilla tu luz para mí
Luca tenía tres hermanos: Claudia (murió antes de que él viajara a la Argentina), Michela y Andrea, el menor. Con Andrea se enviaban casetes hablando en inglés, contándose cosas, cantando. Se llevaban nueve años, pero su relación era muy cercana, de admiración y cariño.
Días antes de morir, Luca llamó por teléfono a Andrea, que se encontraba de viaje, trabajando en una película. Según cuenta Roberto Pettinato en su libro Sumo por Pettinato (Editorial Debolsillo) “la preocupación invadió a Andrea durante el resto de sus días de trabajo, y la frase de Luca nunca se iba de su mente. ‘Estoy mal… Yo estoy mal. Tenés que venir’”.
No pasó mucho tiempo hasta que el menor de los Prodan retornó a la casa familiar en Roma. Ese día, aun con las valijas sin deshacer y con el pasaje a la Argentina comprado, Michela le comunicó que Luca había muerto. “Andrea Prodan muestra a su hermana el regalo que, después de tantos años, llevaba para consolar alguno de los múltiples males que aquejaban a su hermano en la Argentina: una fotografía autografiada de Virna Lisi”, cuenta Pettinato en su libro.
Virna Lisi fue una bella actriz italiana de la que Luca estaba enamorado de un modo platónico. A ella le canta en “TV Caliente”: “You’ve got blonde hair. The sky is falling, the sky is falling, somebody catch it please” (“Tú tienes el pelo rubio, el cielo se está cayendo, el cielo se está cayendo, alguien que lo ataje por favor”). Andrea se la había cruzado trabajando y tuvo la oportunidad de pedirle su foto y un autógrafo para quien ya era una estrella de rock al sur del continente americano, su hermano Luca.
Andrea llegó tarde con la sorpresa, la suerte de Luca ya estaba echada. Había sufrido el internado, la muerte de su hermana. Se había repuesto de un coma alcohólico y dejó Europa para sembrar bien al sur del continente americano la semilla de lo nuevo. Un estilo nunca antes escuchado que sigue gritando en cada una de las remeras con su cara, que no para de nacer cuando vuelven a sonar sus canciones.
35 años después, en Lomas, Avellaneda, Roma o Escocia, Luca vive.
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