Kiss se despide de la Argentina: la increíble historia de cómo se frustró la primera visita al país
Se habían anunciado tres conciertos en la cancha de Boca, pero se cancelaron por una amenaza, a pesar de que las localidades estaban casi agotadas.
En 1983, Kiss ya era una banda de rock popular y que tenía un importante rodaje sobre su espalda: una década de giras, discos, colorido, marketing y también polémicas. Los mitos, como que pisaban y masacraban en vivo a pollitos, rendían culto a Satanás o que de verdad su bajista, Gene Simmons, escupía sangre, llenaban las páginas de los diarios como temas posibles. Hoy, a horas de que Kiss se despida de la Argentina, son simplemente anécdotas.
Argentina los vio debutar en un escenario nacional en 1984. Sin embargo, fue en 1983 cuando debió haber sido la primera visita de la banda al país. Pero esto no ocurrió por un hecho que no fue un mito sino la pura verdad de una historia que parece increíble: cómo se frustró la primera visita de la banda norteamericana al país.
Fue un combo de sucesos insólitos aunque el más saliente terminó siendo una amenaza de hacer explotar nada menos que la Bombonera, el estadio en el que tocaría Kiss en tres días de agosto (19, 20 y 21), brindando sus shows con el sello que los caracterizaba y para los que ya tenían buena parte de sus entradas agotadas.
Kiss se despide de la Argentina: una amenaza que frustró el sueño de mucho
Algún veterano bromeará con que Kiss tiene más despedidas que Los Chalchaleros, el histórico grupo folclórico salteño que amagó con abandonar la escena durante varios años hasta que tras 55 de vigencia finalmente dejó de tocar, pero la banda de Nueva York -que este año cumplió 50- también viene insinuando su despedida desde hace tiempo.
De hecho, el año pasado se presentaron supuestamente por última vez en la Argentina y en pocos días volverán a hacerlo, en la que será su octava visita a la Argentina. Claro que sus fans agradecen estas falsas despedidas (que ahora efectivamente parece que sí será la última vez).
Tal vez sea un bonus track que los artistas brindan en compensación a aquellas tres fechas suspendidas en agosto de 1983, últimos meses de dictadura militar, con la campaña electoral calentándose para las elecciones presidenciales del 30 de octubre que devolvieron la democracia en un país que quería reencontrar la felicidad tras varios años de tristezas y dolores, incluyendo la guerra de Malvinas de 1982.
Y justamente la post guerra jugó un rol clave en las frustradas actuaciones de Kiss, que habían sido anunciadas en julio. El autodenominado Comando 2 de abril llamó a la redacción del diario Crónica y lanzó su amenaza: si Kiss viene a tocar a la Argentina, “vamos a volar la Bombonera”.
El 25 de julio fue tapa del diario y comenzó la psicosis que alejaría a la banda de rock de la Argentina, con una enorme cantidad de entradas ya vendidas.
Kiss se despide de la Argentina: una frustrada primera visita que tuvo también una estafa
Kiss había estado cerca de visitar la Argentina en 1981. De hecho, había sido anunciada su presencia en septiembre de ese año, pero en marzo la debilitada economía nacional estalló: con la salida del ministro de economía, José Alfredo Martínez de Hoz, hubo una fulminante devaluación que, además de una deuda externa de 40 mil millones de dólares, dejó mal parado a todo aquel que se hubiese endeudado en dólares.
Los empresarios, obviamente, tacharon la visita de Kiss, y ese antecedente llevó a que Chris Lendt -manager de la banda- tomara recaudos extra cuando visitó la Argentina en 1983, convocado por la productora local, Demorcs Producciones, que le proponía una gira sudamericana que incluyera tres actuaciones en Buenos Aires. Los shows en el Maracaná de Río de Janeiro se hicieron; los de la cancha de Boca, no.
Kiss quería cobrar 110.000 dólares por cada show. A Demorcs Producciones le pareció mucho pero en la negociación surgió una presunta solución: depositar el dinero más cerca de las fechas de los conciertos, porque era inminente el acuerdo con un sponsor (Ford). Y hubo acuerdo de partes.
Y con ese acuerdo, se largó la campaña publicitaria, se pusieron en venta las entradas y la gente se volcó masivamente a las boleterías habilitadas. Pero en paralelo comenzó también la campaña en contra, porque la amenaza de volar la Bombonera del Comando 2 de Abril ponía sobre la mesa, un año después del final de la guerra, el conflicto de Malvinas.
Muchos señalaron a los Kiss como británicos, a pesar de que son estadounidenses, pero también los acusaron de ser “salvajes y depravados”. Incluso, el comunicado de la organización que amenazaba con atentar contra la cancha de Boca, refería a los cuatro músicos como “drogadictos, degenerados y homosexuales”. También se sumó un grupo de excombatientes que repudió la presencia de Kiss porque no realizaba “ningún aporte a la cultura del país”.
Aunque desde Buenos Aires enviaron faxes a Nueva York garantizándoles seguridad a los artistas, la respuesta fue la cancelación de los shows en Argentina. De todos modos, el contenido de la respuesta fue políticamente correcto y ni hubo mención a las amenazas:
“Debido a problemas técnicos -decía el texto-, se cancelan los conciertos de Kiss para el 19, 20 y 21 de agosto en Buenos Aires en el estadio de Boca. La empresa Demorcs y el club han sido advertidos de esto. Kiss indica que se devuelva inmediatamente todo el dinero que se recaudó a cada persona que haya comprado una entrada para los shows”.
Lo curioso fue que la venta de entradas continuó aun con la confirmación de que la banda no vendría: el argumento era que no se trataba de una suspensión sino de una inexistente postergación para septiembre. Muchos compraron un ticket fantasma y la gran mayoría, pese al pedido de Kiss, no recibieron el dinero invertido o solo recuperaron una parte: un intermediario de la negociación, para ese momento, ya se había fugado con la plata.
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