El talentoso baterista Jota Morelli, una canción que es pura poesía y el recuerdo de Spinetta: “Era de otro planeta”
Llegó a la Capital a los 20, desde Venado Tuerto y se acercó al local de venta guitarras del Negro García López solo para verlo tocar. Por medio de músico, llegó a La Torre, en medio de su despegue. Tocó con Pappo en su última formación de Riff y se convirtió en un músico requerido en la escena del rock. Después se lo llevó “El flaco” de giras y grabó Tester de Violencia, una etapa de lo más brillante del músico.
Por Bobby Flores (Infobae)
Oscar Wilde, Irlandés victoriano genial, escribió en Dorian Grey creo, » Ninguna carrera decente se basó jamás en el público”. Pasado el tiempo, eso y la frase de Lennon: “La vida es lo que sucede mientras vos estás haciendo planes”, son las dos máximas que sostienen mi existencia.
De la misma manera como jamás les pude creer del todo a esas celebrities que afirman deberse a su público. En todo caso no dejan de parecerme bastante patéticos.
Es que, para mi, el concepto de público es un concepto abstracto, como el concepto de patria. Ningún pasaporte en el mundo puede afirmar o comprobar ni siquiera tu grado de patriotismo. Como decir “mi público” es arrojar un grado de pertenencia sobre un montón de personas que no vacilarían un segundo en cambiar tu dial si en otro lado está el personaje del momento. Sin avisarte y despojándose de todo interés en tu reacción.
“El público” consiste en un montón de personas, todas únicas, en demasiados casos mucho más interesantes que vos, que la vas de “artista”, todos ellos con su historia privada, su vida personal, su trabajo, sus pasiones, sus logros y sus frustraciones a flor de piel.
Sin tiempo para desmenuzar asuntos ajenos. Por eso, son distintas siempre las reacciones populares a cualquier evento. En la música, cuando se presencia un recital, cada uno hace énfasis en lo que se le antoja. Unos miran al cantante, otros la pantalla, algunos la parrilla de luces, hay quienes miran a los demás buscando conocidos, están los que totalmente drogados no logran enfocar la vista ni en la nuca del de adelante, de esta manera puedo seguir hasta el infinito y más allá.
En mis inicios como público de bandas de rock, me costaba dejar de mirar al baterista. Es menester, como decía Pappo, tomar en cuenta este dato personal, el primer batero que vi fue Michael Schrieve, de Santana, en 1973. Marciano, de 20 años, al que Carlos Santana miraba todo el tiempo. Dueño de una refinada fiereza, dotaba de un marco inmejorable las proezas de los demás con sus instrumentos al servicio de esa maquina de relojería que era la banda en esos años post Woodstock.
Después vi a Moro, a Pomo Lorenzo que pasó de Pappo´s Blues volumen 3 a Invisible, con Spinetta y Machi Rufino, Gonzalo Farrugia de Crucis, Cerávolo, Daniel Colombres, el Zurdo Roizner, ni hablar de Javier Martínez o el inolvidable Rodolfo García. Solo por nombrar algunos arbitrariamente. Después se me pasó, pero observé con especial dedicación a muchos de los grandes bateristas de nuestra escena bastante tiempo.
Hubo uno que me disparó varios gratos ratos mirando un show, de manera especial. Jota Morelli. Jota, hijo y nieto de músicos. Se inició estudiando piano con su padre, hasta que le regalaron una batería. Fue encontrar su piedra filosofal. La llave del mandala. Cambió su plan de estudio hasta convertirse en un baterista excepcional. Desde Venado Tuerto al mundo. Literalmente Gran nombre para una ciudad Venado Tuerto, aunque jamás pudieron explicarme fehacientemente su origen.
Volviendo a Jota Morelli, a los 20 se viene a la Capital, conoce al Negro García López, en el local donde el Negro vendía guitarras. Había pibitos que movían a la sucursal donde estuviera García López, solo para verlo tocar músicas de Jimmy Hendrix, mientras intentaba vender alguna viola.
Uno de estos era Jota. Hicieron amistad, tanto que García López lo acerca a La Torre. Estamos en 1982 y la banda de Patricia Sosa y Mediavilla se quedaba sin base. Se iban los hermanos Giles, quienes estaban con ellos desde la época de Nomady Soul encargándose del bajo y la batería. Así que quedaba un hueco difícil de llenar. Para el bajo encontraron a Fernando Lupano, en la batería, el amigo del Negro García López, bautizado aquí como Jota Morelli. Quizás porque José Antonio Morelli les sonaba demasiado extenso.
Graba con ellos Viaje a la Libertad y Solo Quiero Rock & Roll, el tiempo del despegue consagratorio de La Torre había llegado, giras, shows y presentaciones televisivas llovían, de manera que Jota, llevado a la rastra por su espíritu inquieto, decidió cambiar de rumbo. Se va a estudiar a New York. Un año después vuelve.
Hace alianza con el eterno Ulises Butrón que estaba rearmando Metrópoli con Isabel de Sebastian, ya sin Richard Colemanm que si bien fue fundador de Metrópoli, deja la banda para armar Fricción, con Cerati. Creo. El rock argentino crecía desmesuradamente copando las ondas radiales de toda Latinoamérica, estamos ya en 1986.
Jota deja Metrópoli para integrar con El Mono Fontana, Lito Epumer y Guillermo Vadalá el grupo Madre Atómica. Graban un disco y se disuelven. Jota integra entonces la última formación de Riff, con Pappo. Se pasa el año tocando también en las bandas de Lito Vitale, Pedro Aznar, Baglietto, las Viudas. Se había convertido en una requerida presencia de la escena rocker porteña.
Hasta que en 1987 Luis Alberto Spinetta lo considera el continuador de Pomo Lorenzo a sus espaldas. Un batero tan genial como Pomo solo podía ser seguido por alguien de similar capacidad artística, con esa sensibilidad, preciso y sobrio. Jota Morelli era el indicado. Con Luis se queda hasta 1993. Graba Tester de Violencia, Don Lucero y Fuego Gris, una extraña banda de sonido para una película mas extraña aún de Pablo Cesar.
También hace giras por el país y el exterior durante ese momento tan brillante de Spinetta. Sobre todo por Tester de Violencia.
Me encuentro con Jota y después del abrazo me cuenta al respecto.
” Tester de Violencia es un disco hermoso. Fue el primero que grabé con Luis. Lo hicimos en el estudio Del Cielito, en Castelar. Fue para mi una experiencia increíble, un aprendizaje tremendo en ese momento. Teníamos una sorprendente disciplina, ensayábamos muchísimo, tres veces por semana mínimo en su propio estudio, en un ambiente absolutamente distendido, se jugaba al ping pong, con Aníbal » La Vieja” Barrios.
Además esa banda gloriosa, con Machi Rufino, Guillermo Arrom en la viola, el Mono Fontana. Después entran Javier Malosetti por Machi y Claudio Cardona que reemplaza al Chofi Faruolo en sintetizador y demás.
Se aprendía tanto que te motivaba, es que Luis era de otro planeta… increíble, divino, super talentoso y creativo. Todo lo que me enseñó no tiene nombre. Dentro de su rigurosidad súper amable. Era un placer ir todas las mañanas ahí. Igual en El Cielito. Antes de grabar ensayábamos muchas veces, un espectáculo lo que salía.” –
—“Cómo te llega el llamado de Spinetta? ¿Cómo es que cambias de grupo, de estilo? ¿Fue conflictivo o superador?
— ¿Sabés Bob? Antes que el Flaco me llamara, yo venía de grabar en el 86 con Madre Atómica, tocaba con Lito Vitale Cuarteto y con Pedro Aznar, así que estaba re-afilado. Luis en esos días estaba tocando con una máquina de ritmo, porque Pomo se había ido a vivir al extranjero. Luis decía que no encontraba la horma de su zapato cuando hablaba de los bateristas que le ofrecían. Vino a vernos con Madre Atómica varias veces. Un día me llama por teléfono para decirme que iba a ocupar el lugar de la máquina de ritmo. Me dice ‘en lugar de esa máquina vas a tocar vos…’ Aunque de verdad fueron las dos cosas, a Luis le encantaba la máquina de ritmos sonando también. Eso lo convirtió en un desafío tremendo para mi. Tuve que aprender todo lo que él había escrito en esa máquina de ritmo que era una Yamaha RX5, buenísima para componer. Me contaba que quería humanizar las partes de la máquina, pero respetando todos los arreglos que él había escrito. Yo tenía que tocar en la batería todo lo que había escrito en la máquina. Imagínate el desafío para mí, tremendo. Fue alucinante, la cantidad de ensayos que hacíamos. Fue en lo personal una época gloriosa. Literal.”
Tester de Violencia es un disco fundamental para calibrar la calidad artística de Luis Alberto Spinetta. Nacido en plena expansión de una violencia que después naturalizamos, hasta el punto de suponer hoy que está muy bien visto que los hinchas visitantes no puedan ir a la cancha del local. Locura estúpida que habla mucho de nosotros, los argentinos. ¿Hasta dónde se llegará? Hasta el punto de que ya no vaya al partido ni el equipo visitante, así y todo igual se cagan a trompadas en los estadios.
La bengala que mató a Basile nos estalló en el pecho a todos. Luis en La bengala perdida refiere con poesía la deshumanización futbolera. También eran las semanas donde mataron miserablemente a las madres de Fito Páez, en Rosario, con quien el año anterior había hecho LaLaLa. Violencia física y mental que se descontrolaba. Almas destrozadas y cuerpos lastimados.
Refiere Eduardo Berti, el gran escritor radicado en París hace como 20 años, autor de Crónica e Iluminaciones, el mejor libro escrito sobre Spinetta. Luis mismo dixit, en un capítulo de la obra, que en esos días pasó de leer a Artaud para quien el cuerpo es la cárcel del alma, a leer a Foucault para quién el alma era la cárcel del cuerpo.
También es un disco donde debuta su hijo Dante con 13 años, junto a Emmanuel Horvilleur cantando El mono tremendo, otra historia de violencia infantil pero plena de clarísima lucidez.
También, en Tester está Siempre en la pared y la canción que nos une con Jota Morelli, El Marcapiel. Poesía pura.
” Hoy todo está dormido
Y aquí quedó una palabra.
Después del aire que estalla
Buscar, se parece a nadar.
Por mí
Todo cambiaría de lugar y razón
Solo quiero tener
La enseñanza que da tu amor.
Oh, luz que todo lo pide
Al fin, se ve todo claro.
Quizás estés tras los viejos muros.
Hoy dame una salida.
Por mí todo lo daría
Todo, menos el sol.
Solo quiero sentir
la enseñanza que da tu amor.
Es el marcapiel
El marcapiel.
Dios quiere ser el viento
Y así, ya no sentir mas frío.
¿Por qué? ¿Por qué? Le temo a sus ojos
¿Si ya no busco un camino?
Por mí todo lo daría
Todo, menos el sol.
Solo quiero sentir
La enseñanza que da tu amor.
Es el marcapiel
Es el marcapiel.”
Le pregunto a Jota por la canción y me dice
— ”Es un tema un poco complejo al principio, tiene en la intro antes de que empiece a cantar Luis un compás de 9 x 8. O sea uno de 5 y uno de 4. Eso lo hace un poco complicado porque se cruza la melodía con la letra, y quedó espectacular en el disco. Lo ensayábamos muchísimo ahí en estudio Del Cielito. Fue un desafío muy grande lleno de aprendizaje. Recuerdo muchos momentos, siempre distendidos. Hasta una canchita de fútbol había en El Cielito donde pateábamos penales en los descansos. Ni hablar de Luis cocinando, un dios. Para mí es un hermano, un padre casi. Los consejos que me daba, tan valiosos. Dejó un legado extraordinario. Cuando vienen músicos de afuera y le mostrás la obra de Luis, escuchándolas por primera vez flashean. Siempre todos dicen » No, no puede ser esto !!” Un artista super creativo que no se parece a nada. Super creativo. “
Le noto la emoción al hablar de Luis a Jota. Que Jota hable así de Luis es demasiado relevante. Porque Jota Morelli en 1995 después de tocar con Pappo se va de gira con Diego Torres. El 1996 decide quedarse en California, donde gracias a su amistad con Alphonso Johnson, bajista y pulmón de Santana, consigue involucrarse con todo el ámbito Souljazzfunk de la costa oeste de USA.
En 1997 Jota se va a Japón con los de Incógnito donde tocaba también Alphonso Johnson, al año siguiente se convierte en el baterista de Al Jarreau con quien recorre todos los festivales de jazz del mundo, desde Montreaux hasta San Francisco.
Antes de volver en 2004 a la Argentina para integrarse a la banda de Fito Páez, se dio el gusto de tocar y grabar con artistas de la talla de Gloria Gaynor, Ricky Martin, Scott Henderson, Alejandro Sanz, Renato Neto, Bobby McFerrin, Lerner, Luis Salinas, Soledad Pastorutti, Abraham Laboriel, Larry Cartlon, Esperanza Spalding, y muchos mas.
Después hace su experiencia de 4 años en la banda de Fito, luego unas giras y discos con Luis Salinas hasta que en 2009 se integra con Felipe Staiti y Marciano Cantero a Los Enanitos Verdes donde se queda hasta la triste noticia de la muerte de Marciano.
Y lo que decía del público al principio, que muchas veces invisibiliza a un baterista o a un tecladista, que tampoco anda bandereando con la gente, porque tiene que estar absolutamente metido en su instrumento, ya que si desbarranca el todo pasa a convertirse en un castillo de naipes en medio de un viento huracanado.
Pero como también afirmaba en el comienzo, nadie es igual a otro.
Aunque estemos viviendo la misma experiencia.
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