UN 13 DE NOVIEMBRE DE 1963 NACE LA LEYENDA GITANA DE SANDRO
Roberto Sánchez ya era Sandro y era de Fuego, pero ese día su nombre quedó inmortalizado en un simple doble, el que inició su fabulosa historia con el disco. Aquel miércoles salió a la venta su primer disco con las canciones: ¿A esto le llamas amor?, la versión en español de You have the nerve to call this love, de Paul Anka y Eres el demonio disfrazado, el cover del éxito de Elvis Presley, You’re the devil in disguise.
Roberto tenía 18 años, cumplidos el 19 de agosto. Todavía vivía con sus padres, Nina y Vicente, en una habitación mínima del “yotivenco” –como decía él– de Tuyutí 3016, en Valentín Alsina. Había abandonado la secundaria y hacía un año que se dedicaba a la música profesionalmente con Los de Fuego, al tiempo que trabajaba en todos los oficios imaginables para ayudar económicamente a su familia: desde muy chico se había subido a su triciclo para acompañar a su padre en el reparto de vinos, después fue changarín en una tornería, empleado en una joyería, ayudante de camionero, cadete de una droguería y tapicero. En el conventillo compartía con los vecinos la cocina, el piletón para higienizarse y lavar los platos, el baño y el patio; pero tenía su propio cuarto, de un metro y medio por un metro y medio, porque su papá había hecho una subdivisión en la pieza de los Sánchez.
Así recordaba Sandro su debut con el disco:
“El 13 de septiembre grabé ¿A esto le llamas amor? y Eres el demonio disfrazado, con el maestro José Carli con Milo y su conjunto. Me acuerdo que yo tenía un miedo alucinante y en medio de la grabación apareció un tipo grandote en la cabina. Se asomó y se quedó escuchándome, cuando terminé me dijo: ‘Bien, pibe, vos tenés algo, algo puede pasar con vos’. ¿Sabés quién era? ¡Julio Sosa! Él estaba esperando su turno, salía Sandro y entraba Julio Sosa. ¡Increíble!.”
El 13 de setiembre – indudablemente el 13 sería su día de su suerte – había tomado el colectivo para ir a los estudios de la CBS en la calle Paraguay al 1500, en el centro porteño. No fue solo, porque como era menor de edad, Vicente tuvo que acompañarlo para firmar el contrato por él. Antes les explicó a sus compañeros por qué iba sin ellos.
“Fue un cimbronazo –reconoció Cacho Quiroga, el baterista– un golpe muy duro para el grupo. El Negro, fiel a su estirpe nos animó: ‘Muchachos yo me debo a Los de Fuego lo que ustedes decidan está bien’. Esa noche nos quedamos los dos a tomar mate. Le dije: ‘Negro vos sos mi amigo desde los pantalones cortos. Yo estoy con vos, tenés que seguir solo, no podés perder esta oportunidad. Si los demás tienen que ofenderse que se ofendan, ya se les va a pasar’. Me abrazó diciendo: ‘Gracias, hermano’. Después todo es historia conocida. Algo que siempre lo marcó, es que supo separar los roles. Cuando grabó su primer disco como Sandro nos llamó a todos para reunimos al día siguiente en un bar de Valentín Alsina: ‘Quiero que sepan que Sandro cuando se saca las pilchas es Roberto, El Negro, no se lo olviden nunca en la vida”.
El 28 de Febrero de 1964, Sandro cumplió la promesa que les había hecho a sus amigos en el Bar Pancho, gracias a que la CBS respetó lo acordado previamente, y grabó con Los de Fuego su canción fetiche. Hay mucha agitación fue incluida en un disco simple con Las noches largas (Le notti lunghe, popularizada por el italiano Adriano Celentano) y en el posterior LP Sandro y Los de Fuego. Con ese tema habían dado la primera prueba, pero al momento de grabar ya no estaba Quiroga en la batería, sino Armando Luján.
Con la plata que ganó –no mucha, pero una fortuna para él–, empezó a cumplir su sueño de ser “un artista de cine en colores”. Hacía ocho o diez recitales por noche y entre show y show se encontraba con su papá, a mitad de camino, para intercambiar cajas de zapatos: él le daba una llena con el dinero de los recitales consumados y el padre una vacía para las próximas recaudaciones. La plata se la administraba Vicente quien, como Roberto no tenía 21 años, también firmaba los contratos y las autorizaciones para actuar. Lo primero que compró fue un Abarth italiano supersport cupé blanco 1965, que en 1967 cambió, mano a mano, por la casita que les regaló a sus padres en Pringles 1477, en Lanús.
A Roberto le gustaba festejar el 13 de noviembre y más de una vez fantaseó con las Bodas de Oro. ¿Cómo le hubiera gustado celebrarlas? Con un recital en la 9 de Julio. Me lo contó el jueves 13 de noviembre de 2003. Ese día la calle Berutti se llenó de pasacalles y de fans que lo esperaban en la puerta.
“Hoy es un día tan especial… Son cuarenta años con el disco, porque con la música ya hace 45 años que estoy… Por eso no me canso de repetir: ¡Gracias, gracias, Dios mío!”.
Guardó su primer simple como un tesoro, uno de los tantos tesoros que habitan su casa. Se lo dedicó a Nina con todo el amor del mundo, el mismo amor que nos une a él cada día!
Texto extraído del libro «Sandro de América», de Graciela Guiñazú
Fotos: archivo personal Roberto Sánchez, Banfield
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