El regreso de Divididos al Teatro Flores: un reencuentro cargado de intensidad
La aplanadora volvió a tocar en su segunda casa después de casi 2 años.
Por Fernando Vigo
“Bienvenidos a casa, pasaron 669 días”, dijo Ricardo Mollo antes de arrancar a tocar “Casi Estatua”, el tercer tema de una lista de 27 que marcó el regreso de Divididos al Teatro Flores, su segunda casa.
El reencuentro -esperado por los fanáticos- sirvió como excusa para cerrar un año de volver a tocar en vivo y girar por el país, con protocolos más amables y sin tanto miedo al virus, que se tradujo en un diciembre de volver a un lugar donde la aplanadora juega de local y logra su conexión más visceral con su público.
Minutos después de las 9 de la noche, con las entradas agotada, Mollo entonó el himno argentino detrás del telón y generó la primera de muchas descargas enérgicas. Ante el coro incesante que se repite show a show -ese que dice ‘la aplanadora del rock and roll es Divididos, la puta que lo parió”-, Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella saludaron a la gente con emoción genuina antes de desandar un camino que se mete en lo clásico de una discografía épica.
Y desde el comienzo, el plan quedó claro: el regreso a Flores no permitía freno. Así sonaron “Sobrio a las piñas”, “Cabezón”, la triada Narigon del Siglo con Casi Estatua”, “Tanto Anteojo” y “Elefantes en Europa”. Casi sin respiro, con un pogo que sucede al próximo, con la banda que te parte la cabeza, ¿cuáles son las posibilidades de que este escenario se repita en el mundo con un grupo de esta magnitud, trayectoria y presente en un recinto para 2 mil personas de manera mensual durante años? No somos dignos.
A diferencia de sus shows en teatros con butacas, la banda evita replicar la escena del streaming gratuito “Se me llenó de hojas el bulín”, y apenas se mantiene sentado en butacas para el momento (no)acústico típico con “Spaghetti del Rock”, “Par Mil” y las chacareras “Ortega y Gases” y “Huelga de Amores”.
Hasta los covers elegidos -los mismos de sus shows en el Ópera- cobran una nueva dimensión dentro de Flores. “Tengo” de Sandro, “Salgan al Sol” de la Pesada y “Sucio y Desprolijo” de Pappo, a quien Mollo reverenció como el mejor guitarrista argentino. “Uno que nació por acá cerca”, dijo entre risas. De lo nuevo del periodo 2019/2021, poco pero contundente: “Cabalgata Deportiva” se convirtió en un nuevo clásico.
El final no se corrió de lo esperado (en el buen sentido) y permitió que un montón de gente volviera a agitar las canciones que formaron su ADN musical. De “Paisano de Hurlingham” a “Rasputin”, pasando por “Paraguay”, y el enganche entre “El 38″ y “Ala Delta”. Fuera de lista, pero impregnado en el corazón, tres clásicos de Sumo a pedido de los fanáticos, ante la mirada emocionada de Jorge Killing Castro al costado de la consola.
El regreso a Flores de Divididos se transformó en un nuevo punto de partida para una banda que no sabe (ni debe) parar. Flores es Hurlingham, es esa casa donde se pensó el futuro hace más de 30 años, y en donde se encuentra el sentido de pertenencia; Y no hay nada mejor que casa.
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