La etapa cósmica de David Bowie en el despegue de su carrera: androginia, brillos y provocación
Faltaban días para que el hombre llegara a la Luna y el artista británico lanzaba una canción sobre un astronauta perdido en el espacio que lo convirtió en un referente del glam rock. Camaléonico, mutó de estilos, pero tal vez Ziggy Stardust haya sido su mejor invención, de un período altamente creativo con excesos de todo tipo
Por Gabriela Cicero (Infobae)
David Bowie logró que su carrera despegara con una canción que suele ser clasificada como una de las más emblemáticas de su brillante carrera de cinco décadas. Era un veinteañero que se había propuesto hacer música en serio. En su primer intento, un álbum con nombre propio, no logró tener mayor repercusión, Pero en 1969 una canción sobre un astronauta que queda a la deriva en el espacio Space Oddity (rareza en el espacio), lanzado cinco días antes de la llegada del hombre a la Luna, se convierte en una de las cinco canciones más escuchadas del ranking dentro del álbum homónimo. La canción no tenía relación con la hazaña de la NASA. Su existencia simplemente se debía a la fascinación que despertó en el músico la película de Stanley Kubrick, 2001 Odisea en el Espacio. El tema que cuenta la desoladora historia del Major (Comandante) Tom, fue elegido por la BBC para musicalizar el histórico alunizaje del Apollo 11.
“Está relacionada conmigo mucho más que cualquier otra cosa que hubiera escrito hasta ese momento. Habla de los miedos sobre mi propia inseguridad social y emocional. Ese sentimiento de aislamiento que tenía desde que era pequeño empezaba a manifestarse por sí mismo”, expresó David Bowie, que se sintió identificado con el astronauta.
De ahí en más, durante los setentas, el británico se concentró en un período galáctico, con canciones con nombres como Starman, Life on Mars, Moonage Daydream. Inspiración que lo llevaría a convertirse en Ziggy Stardust, su Alter Ego. En los setentas nacía una nueva corriente musical, el glam rock, que llegaba saturado de brillos, capas de maquillaje y aparatosas plataformas. Su álbum The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders of Mars fue su primera obra cumbre. Ziggy era un extraterrestre que bajaba a la Tierra como estrella de rock y terminaba suicidándose.
En 1973, en la piel de ese personaje y convertido en uno de los referentes de esa corriente, aparecía en un programa de televisión completamente maquillado, con el pelo color caoba, un pesado aro colgante con brillos, un traje estampado con hombreras, sandalias con plataformas y una voz muy suave, aterciopelada. El conductor le preguntaba sobre el correo que recibía de sus fans. Ziggy se mostraba tímido, mirando hacia abajo, aunque con una sonrisa seductora y a veces provocadora. “Parece que despierto todo tipo de fantasías en la gente, según dicen los correos que recibo”, confesaba. Algo que dio pie a que el periodista continuara indagando, pero el cantante se negó porque el contenido era muy fuerte. “No puedo. En serio, de verdad. Son cartas bastante fuertes”, dio por finalizado el tema.
Bowie fue definido como uno de los cantantes más versátiles. Como un hombre de mil caras, que convertía el escenario en un set cinematográfico, lleno de artificios. “Siempre me ha fascinado cambiar”. El cantante era consciente de que perdía el interés por las cosas y eso lo impulsaba a descubrir lo nuevo. “Si hago una sola todo el tiempo me aburro”, dijo en un reportaje.
David no tuvo problemas en matar a Ziggy. Camaleónico, volvió a reinventarse. Un año después de aquella entrevista, se presentó en The Dick Cavett Show con una apariencia completamente distinta. Era otro hombre. “¿Qué pasó con toda esa parafernalia?, le preguntó con asombro el periodista. David estaba vestido de traje, con una corbata acartonada a cuadros, tiradores sobre la camisa y sosteniendo un bastón en la mano, con el que jugó durante todo el reportaje. Era de esas personas que no podían estar quietas un segundo y le costaba sostener la mirada. Los argumentos de sus respuestas eran tan raros como el lenguaje que usaba. Y sobre su vestimenta, contó que respondía a la influencia del público que iba a verlo a sus shows. Incluso el bastón, que colocó entre sus dientes un par de veces en medio de sus declaraciones. “Realmente me agradan. Por eso empecé a usarlos”.
“Así que se ha ido gran parte del brillo que asociamos contigo”, le preguntó el periodista no muy sorprendido. “Ahora sos una nueva persona. ¿Qué pasó?”, quiso saber Dick Cavett. “Hicimos la gira de Diamonds Dog desde Nueva York a Los Ángeles y sentí que eso era suficiente. En lugar de volver con lo mismo quise darme la oportunidad de trabajar con la banda”, dijo Bowie que con los años recordó la etapa de los años 70s como una etapa desagradable, en la que había consumido drogas y que tuvo que salir solo en su rescate.
Durante los 70s al ritmo de Rebel Rebel, una oda a la rebeldía contra la heteronormatividad reinante, Ziggy escandalizaba desde el escenario con su ropa adherida al cuerpo y una ambigüedad sexual que sabía que llenaba estadios. Al mismo tiempo alimentó rumores de encuentros con otras estrellas como Elizabeth Taylor, Susan Sarandon, Marianne Faithfull. También se le atribuyó un amorío con Mick Jagger, con quien se profesaban admiración mutua. Habrían compartido música, drogas, mujeres y también una cama.
Angela Barnett, la ex mujer de Bowie, una modelo y actriz estadounidense, con quien estuvo casado 10 años, entre 1970 y 1980, al divorciarse reveló a la prensa sensacionalista que había encontrado a su ex marido y a Mick Jagger durmiendo desnudos en la cama. Angela se dedicó a ventilar intimidades. Afirmaba haber visto a Bowie más de una vez en la cama con otros hombres, pero la mejor había sido cuando lo vio con Jagger. El front man de The Rolling Stones salió a desmentirla. “Tonterías”. Y luego se difundió un mensaje de su abogado “Cualquier insinuación sobre la existencia de una aventura homosexual entre Mick Jagger y David Bowie es pura invención”.
Las declaraciones de Bowie sobre su sexualidad eran inconsistentes. Después de confesarle a la prensa inglesa “Soy gay y siempre lo he sido”, en 1983 dijo a la revista Rolling Stone que se había inventado el tema de la bisexualidad para lograr rodearse de mayor misterio. Y se redefinió: “Siempre fui un heterosexual en el placard”.
Después de Angela, llegó una mujer de la que se enamoró perdidamente. “Amor a primera vista”, aseguró. La modelo somalí Imán Abdulmajid, deslumbró al músico. Dieron el sí el 24 de abril de 1992 y tuvieron una hija, Alexandria Zahra Jones. Este amor fue para siempre.
David Robert Jones nació un 08 de enero de 1947 en Brixton, un barrio obrero del sur de Londres. Desde mucho chico se involucró con la música. Tocaba blues y jazz. Estudió saxo durante la adolescencia e integró bandas con amigos. Su mejor amigo en la escuela fue el guitarrista Peter Frampton, con quien volvió a encontrarse en los escenarios.
Su vocación era artística, multidisciplinaria. Tomó clases de mimo, se interesó por el teatro avant garde pero terminó siendo conquistado por la música. El arte en todas sus formas pasaba por su tamiz y lo incorporaba a su obra. Alguna vez dijo que había soñado con ser pintor y observaba sus canciones de cerca y de lejos, como si se tratara de un óleo. Pero él fue su propio óleo, como sus puestas en escena.
Al final de los setentas, tuvo algunos altibajos y consiguió alcanzar el puesto número con el single Ashes to Ashes. Colaboró con Queen con otro número uno Under Pressure y en 1983 llegó al público masivo como nunca antes con el álbum Let’s Dance, con temas que marcaron una época, como el mismo Let’s Dance, China Girl y Modern Love.
En los 90s David volvió a mudar de piel. Decidió no volver a cantar más sus viejos éxitos y dedicarse a lo que más le gustaba: la experimentación. Su imagen era otra: la de un hombre cultivado, con aplomo, expresando sus ganas de crecer como compositor y hacer canciones diferentes, sin estar necesitando echar mano a sus viejos éxitos en nuevos conciertos. “Sería una aventura no volver a cantarlas”, expresó en una entrevista de la televisión pública española.
En la década 90 y 2000 pasó por varios estilos musicales, como el blue-eyed soul, industrial, R&B y más. Su trabajo musical no se vio interrumpido ni aún cuando se enfermó de cáncer. El 8 de enero de 2016, dos días antes de morir se presentó Blackstar. Pocos sabían que estaba enfermo. Lo habían diagnosticado 18 meses antes. Bowie murió a los 69 años y su legado continúa vivo y continúa siendo una fuerte influencia musical. Se estima que vendió 136 millones de discos a lo largo de su vida. La revista Rolling Stone lo catalogó en 2004 como uno de los artistas más importantes de todos los tiempos, en el puesto 29 de 100.===>#ELSIESTERO, Historias y anécdotas de las mejores Bandas del Mundo, Domingos de 17.00 hs. a 18.30 hs. 105.1FM www.fmsos.com.ar