Brian Jones: excesos, celos, acusaciones a los otros Stones y las teorías conspirativas que hablan de su asesinato
El 03 de julio de 1969 moría el fundador de los Rolling Stones y el que había bautizado a la banda. Fue otro de los infaustos miembros del “club de los 27″, porque a esa edad lo encontraron sin vida flotando en la piscina de su mansión. Tres semanas antes, Jagger, Richars y Watts le comunicaron que lo habían echado del grupo. El deterioro de sus últimos años
Por Matías Bauso (Infobae)
03 de julio de 1969. El cuerpo flota boca abajo en la pileta de una mansión inglesa. Está quieto, sólo el agua lo acuna con levedad. La novia corre. Pide ayuda a los gritos. Como puede tira de él, trata de sacarlo. Llega un hombre que está en la casa, el constructor que hace trabajos de remodelación. También la novia de este que es enfermera. El hombre logra ponerlo sobre el césped y darlo vuelta. El agua se escurre por el costado de los labios. La piel adquirió un tono entre verdoso y grisáceo. Alguien grita que todavía tiene pulso. La enfermera, casi sin pensarlo, se hace un lugar entre el resto y comienza a hacer tareas de reanimación. No hay respuesta. En la confusión no se sabe quién corrió hasta la casa para llamar una ambulancia que llega rápido. Los paramédicos vuelven a intentar con las maniobras. Los masajes cardíacos y la respiración boca a boca son infructuosos. No hay nada más que hacer.
Brian Jones, fundador de los Rolling Stones, está muerto a los 27 años. Tan solo tres semanas antes, sus compañeros lo habían despedido de la banda.
La noticia sale en la tapa de todos los diarios ingleses de 4 de julio de 1969. ¡Brian Jones se ahogó! gritaban los sensacionalistas desde sus portadas. Las hipótesis se reducían a excesos de sustancias, sobredosis.
Muchos escribieron que era una muerte esperada. Mientras los diarios tiraban al aire decenas de sustancias que suponían que había consumido, el juez ordenó una autopsia.
En sangre había rastros de un consumo reciente muy elevado de alcohol y de anfetaminas. El patólogo determinó que tanto el hígado como el corazón tenían el doble del tamaño habitual. Estaban muy castigados. Los había destrozado en sus últimos años de consumo desbocado. El caso se cerró rápido: Muerte Accidental.
Después fue tiempo de ver cómo seguían los Stones sin él, cómo se acomodaba Mick Taylor, cómo parte del público repartía culpas a los Stones sobrevivientes, de qué manera se iba construyendo la figura mítica de Brian y, en especial, cómo se multiplicaban las teorías conspirativas sobre su muerte: muchos quisieron creer que se había tratado de un asesinato.
Así los posibles culpables pasaron a ser el constructor que le había reclamado una deuda impaga, la policía inglesa que lo perseguía hacía años, algún dealer rencoroso, los otros miembros de los Stones que querían sacárselo de encima (aunque ya lo hubieran hecho).
La muerte de Brian Jones quedó envuelta en un misterio un poco débil pero pertinente para alguien joven y famoso.
Hermoso y maldito, pletórico y dañado, tumultuoso y genial. Fue el fundador de los Rolling Stones, el que le dio la imagen, el concepto original. El que los sumergió en el blues, el primero en ser peligroso. Fue también el primero en ser echado de la banda. En Brian Jones convivían multitudes, personalidades múltiples, muchas veces extremas y contradictorias, cuya mezcla podía producir alquimia o una explosión que terminara con todo.
Su historia, a la distancia, queda reducida al mito fundador, a la leyenda negra de excesos y de lo que pudo haber sido, y, por supuesto, a las circunstancias de su muerte joven pero probablemente no prematura.
Charlie Watts, con su habitual medio tono y el poco afán de hacerse notar, alguna vez dijo: “Brian siempre fue agradable conmigo. Pero mucha, mucha gente no lo podía ver. Ian Stewart no lo aguantaba. Bill Wyman se llevaba pésimo. Y no era culpa de Bill: todo responsabilidad de Brian”. Era alguien de comportamientos extremos que podía pasar de la euforia a crear problemas de la nada. Irreverente, envidioso, competitivo, encantador.
Fue la primera estrella pop en jugar con su apariencia, en correr los límites de lo admitido, en marcar tendencia. Usaba anillos y aros cuando ningún hombre lo hacía, tapados de colores, pantalones llamativos. Cuidaba su look. Lo hacía solo sin asesores ni diseñadores detrás suyo. Ese aspecto que muchos pensaban sólo se reservaba para las mujeres, Brian lo supo explotar para diferenciarse, para hacerse notar, una de sus inclinaciones más persistentes. Su imagen personal era también un arte, una de las disciplinas dónde se destacó.
Brian tocaba varios instrumentos: el clarinete, el saxo, el piano, la guitarra, la armónica hasta el arpa (tiempo después cuando George Harrison comenzó tocar sítar, Brian practicó y llegó a dominar el instrumento). Charlie Watts dijo que sólo vio dos personas con esa destreza como para tocar cualquier instrumento que le pusieran adelante, Brian Jones y Ronnie Wood: “A cualquiera de los dos los encerrás en una habitación con un acordeón y en dos horas salen tocando perfectamente la canción que quieran”. Si bien sus compañeros reconocían que esa capacidad para lidiar con muchos instrumentos, también afirmaban que no era el mejor tocando ninguno de ellos.
En sus comienzos se juntaba a zapar con otros músicos y seguía a los bluseros. Cuando se abría alguna vacante en un grupo algunos le sugerían que se postulase. Él respondía que no quería estar en ninguna banda en la que no fuera el líder. Se podría decir que, varios años después, lo mismo le pasó en los Stones. Cuando se fue, cuando lo echaron, hacía un buen tiempo que él ya no marcaba el ritmo ni era el centro del grupo: las decisiones eran monopolio del dúo Jagger- Richards. “El problema con Brian era que él quería desesperadamente ser el líder de la banda y cuando alguien quiere tanto algo, por lo general, falla. Él era muy celoso. Por lo general el que más atención se lleva es el cantante. Y eso a él lo molestaba muchísimo”, dijo Jagger hace unos años.
Brian fue el que bautizó a la banda haciendo referencia, un homenaje, a la canción de Muddy Waters.
En los primeros tiempos, Mick y Keith idolatraban a Brian, nunca se habían topado con alguien como él. En diciembre de 1962 se completó la banda con la entrada del bajista que estaban buscando; la formación clásica: Brian Jones, Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Bill Wyman.
Para ese entonces, además de tocar varias veces a la semana y de buscar grabar su primer disco, Brian, Mick y Keith vivían juntos. El primer resquemor llegó cuando sus compañeros se dieron cuenta de que había una diferencia en la liquidación de un show; descubrieron que Brian cobraba 5 Libras más que el resto; el pago extra se justificaba por su rol de líder, sostuvo Brian.
Hubo varios factores que aceleraron la pérdida de centralidad de Brian en los Stones. El ascenso y consolidación de Keith y Mick como dupla compositora y la manera en que se afianzaron sobre el escenario, la llegada de Andrew Loog Oldham como manager (hasta ese momento Brian se ocupaba de esos asuntos) y su deterioro por los consumos excesivos.
En los años de la explosión pop, el público gritaba a un volumen más alto de lo que tocaban los Stones. Brian Jones, en ese periodo, se divertía y cómo se había dado cuenta de que poco de lo que tocaran se escucharía, solía aprovechar para burlarse de la situación y hasta de ellos mismos. El blues y el purismo habían quedado lejos.
Brian era el que tenía contacto con los personajes más célebres de su tiempo, la gran figura pop. Era amigo de Hendrix, de Dylan, de escritores como Arthur Clarke, de Kenneth Anger, de Warhol y su gente. Con su espiritu indómito, el pelo rubio y su ropa elegante y llamativa se convertía en el centro de atención de cada salía nocturna.
Las anécdotas protagonizadas por él sobre excesos, destrozos y noches demasiado largas se acumulan. Pero, a decir verdad, no son demasiado diferentes ni más intensas que las de cualquier rockero de esos años, ni mucho menos de la de los compañeros de banda (en especial los dos más célebres).
El consumo de drogas fue aumentando y en algún momento se salió de control. Nada que no cuadre con la leyenda Stone. Sin embargo, el deterioro de Brian es visible cuando se revisan las fotos. Pese a ser muy joven todavía, la fisonomía del que aparece en las imágenes de 1967 en adelante es muy diferente a la del de 1963. La devastación comenzaba a verse en las ojeras, los ojos hinchados, los rasgos que perdieron la tersura y el peligro que habían tenido. Se lo veía golpeado y envejecido pese a sus 25 años.
Dos veces fue detenido y juzgado por posesión y consumo de marihuana. En el medio hubo otro incidente que terminó de empeorar la relación con sus compañeros. Después de una de sus frecuentes y violentas peleas con Anita Pallenberg, su novia desde hacía más de dos años, Brian vio como ella iba a consolarse a los brazos de Keith Richards. Anita y Keith comenzaron una relación. Brian no absorbió demasiado bien el golpe (¿quién hubiera podido hacerlo?). El resto de los compañeros prefirió no meterse en el problema.
Su estado era cada vez peor y eso afectaba su trabajo en la banda. Shows que no podía hacer o en los que era un espectro en el escenario, decenas de sesiones de grabación en las que merodeaba en el estudio en un estado de semi vigilia. Hasta que empezó a faltar. “Lo que suele suceder cuando no aparecés en el estudio es que el trabajo se hace igual, sin vos. Y cuando se logra salir adelante sin vos, se dan cuenta que no te necesitan más. Y que todo es más fácil sin nadie que cause problemas”, dijo Charlie Watts en una entrevista,
En una de las últimas sesiones en las que participó, vio al resto de la banda trabajando sus partes, aportando ideas, ensayando sus solos. Brian se acercó a Mick y le preguntó: “¿Qué puedo hacer?”. Jagger, casi sin mirarlo, le respondió: “No sé ¿Qué podés hacer?”.
A principios de 1969, los Rolling Stones debieron suspender una gira por Estados Unidos debido a que a Brian le denegaron la visa por sus problemas judiciales.
A mediados de junio, tres semanas antes de su muerte lo expulsaron del grupo. Mick, Keith y Charlie fueron los que se lo comunicaron. Fue reemplazado por Mick Taylor. Los miembros de los Stones coinciden en remarcar que no se trató de una decisión apresurada, que fueron pacientes y que hacía al menos un año que Brian se había convertido en un problema serio. Sus aportes musicales a esa altura eran nulos y generaba inconvenientes en cada una de sus, a esa altura, escasas apariciones. No veían otra salida. Hacía peligrar el frágil e inestable equilibrio de la banda que además de lidiar con Brian se enfrentaba a las presiones de la fama, a las drogas, a la competencia con las otras bandas, las exigencias de la discográfica y a los propios fantasmas de los cuatro miembros que persistían. Mick suele decir que la banda no hubiera resistido con él adentro, que se hubiera destrozado en pocos meses.
El 3 de julio apenas supieron de su muerte, los Stones se encontraron, sin arreglarlo previamente, en sus oficinas. Casi no hablaron durante horas, lloraron recordando a su amigo. Se mantuvieron juntos intentando evitar el acoso de la prensa.
Dos días después de su muerte, los Rolling Stones se presentaron en un multitudinario concierto gratuito en Hyde Park que originalmente estaba pensado como la gran presentación de la nueva formación. Algunos creyeron que se iba a suspender. Todos estaban pendientes de cómo reaccionaría públicamente la banda a la muerte de su (reciente) ex integrante y fundador.
Apenas subieron al escenario, Mick recitó un poema que Percy Shelley escribió tras la muerte de John Keats y lanzaron miles de mariposas al aire. Luego tocaron “I´m Yours, I´m Hers”, un cover de Johnny Winter, una de las canciones favoritas de Brian Jones. En la guitarra slide estaba Mick Taylor, su reemplazante.
Pocos días después, The Who le dedicó una canción a Brian. Lo mismo hicieron Jimi Hendrix y Jim Morrison. Ambos morirían en los siguientes dos años, a los 27, la misma edad que tenía Brian Jones.
Luego fue el tiempo del reparto de culpas, de las acusaciones, de la construcción de la leyenda, de las teorías conspirativas y las múltiples hipótesis de asesinato.
55 años después Brian Jones, más allá de discusiones, de fanatismos y posiciones facciosas, conserva un mérito indiscutible: sigue siendo el fundador de una de las bandas más importantes de la historia del rock, el que le puso el nombre y el alma a los Rolling Stones.
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