Federico Moura: el poeta que revolucionó el rock desde la vanguardia
Carismático y pionero en la música, fue el alma de Virus y hubiera cumplido 73 años. Desde sus primeros pasos en La Plata hasta su trágica partida en 1988. Radiografía de un artista que dejó una huella profunda
Por Sebastián Volterri (Teleshow – Infobae)
El 23 de octubre de 1951, en la ciudad de La Plata, nació Federico Moura, el hombre que, décadas más tarde, cambiaría para siempre la historia del rock nacional. Carismático, enigmático y talentoso, se convertiría en el líder indiscutible de Virus, una banda que llegó a revolucionar no solo la música, sino la estética y la manera de entender el arte en la Argentina de los años ‘80. Su vida, breve pero intensa, estuvo marcada por la tragedia, la innovación y la búsqueda incansable de la belleza en un mundo marcado por la oscuridad.
Federico creció en una familia donde la música y la sensibilidad artística eran parte del aire que se respiraba. Su hermano Marcelo Moura recordó con cariño aquellos días en los que la rutina de la casa incluía tardes musicales: “Era muy frecuente que cuando terminábamos el colegio nos juntáramos todos alrededor del piano y cantáramos después de almorzar”, expresó en un antiguo reportaje a Canal A, al evocar la atmósfera de camaradería y arte que poco a poco fue forjando el núcleo creativo de lo que sería Virus. “Teníamos un entendimiento que iba más allá de la música”, recordó. Eran jóvenes, pero ya entonces compartían algo más que la sangre: una pasión profunda por el arte que los llevaría a formar una de las bandas más importantes de la música argentina.
Federico pasó una temporada en Brasil, y fue durante esa ausencia que Julio y Marcelo Moura comenzaron a componer las primeras canciones que definirían el sonido único de la banda. Con canciones cargadas de frescura y un ritmo electrizante, los hermanos le llevaron sus composiciones al frontman. La conexión fue inmediata: “Al mes estábamos debutando con el nombre de Virus”, recordó Marcelo. El álbum debut, Wadu Wadu, lanzado en 1981, se convirtió en un manifiesto de la modernidad. Su sonido, plagado de sintetizadores y ritmos bailables, era un soplo de aire fresco en una escena musical que hasta ese momento se había movido en tonos más oscuros.
Pero el éxito no fue inmediato. La banda rompió con muchas convenciones, no solo musicales, sino también estéticas y culturales, lo que generó rechazo en ciertos sectores del público. Los primeros años estuvieron marcados por la resistencia de una audiencia que no estaba preparada para una propuesta tan innovadora. Marcelo lo recuerda claramente: “Nuestros primeros años fueron muy difíciles en términos de aceptación. Nos podían agredir y decir lo que quieran, pero nosotros sabíamos qué era lo que hacíamos”. Esa confianza en su arte fue lo que los mantuvo firmes, a pesar de los insultos y las críticas.
Uno de los momentos más difíciles para la banda ocurrió en el festival Prima Rock de 1981. Mientras tocaban, el público, confundido y reacio a aceptar un sonido tan distinto, reaccionó con violencia. “Nos cagaron a naranjazos”, rememoró Julio Moura con una mezcla de dolor y asombro. Él, más joven y sensible, no pudo contener las lágrimas al bajar del escenario, sintiendo que el sueño de Virus estaba a punto de desmoronarse. Pero Federico, siempre visionario, le devolvió la calma con una frase que refleja su inteligencia y su sentido del humor: “Pero boludo, ¿no te diste cuenta que mientras tiraban naranjas bailaban?”. Esa capacidad para encontrar luz en medio de la adversidad fue una de sus características más notables.
A pesar de los desafíos, la banda continuó creciendo, y con cada nuevo disco demostraban que eran mucho más que una banda de moda. Su estética única, que integraba la música, el vestuario y la puesta en escena, los convirtió en pioneros del new wave en la Argentina. Alejandro Pont Lezica, productor y DJ, lo resumió con claridad: “Siempre nos sorprendieron con algo nuevo, con una mirada distinta, con una gran creatividad, con exquisitez en los arreglos”. Cada canción de Virus parecía ser una respuesta a los tiempos difíciles que el país vivía bajo la dictadura militar. Pero lo hacían desde el goce, desde la celebración del cuerpo y del placer de estar vivos, en contraste con el tono lúgubre que dominaba el rock en aquellos años.
La historia de los Moura, sin embargo, también estuvo marcada por la tragedia. La desaparición del hermano mayor, Jorge, durante la dictadura, dejó una herida profunda en la familia. Marcelo, aún con dolor, recordaría cómo esa pérdida influyó en su visión del arte y de la vida: “Nosotros habíamos vivido la desaparición de otro hermano. A mí me hacía muy mal eso, me tiraba para abajo mal, mal. Y bueno, por eso es que nosotros decidimos mirar la vida de otra forma, dándole eso de ‘a la vida, hay que hacerle el amor’, sentir el cuerpo, divertirse”. Esa filosofía, la de vivir intensamente, se convirtió en el motor de Virus y en su forma de resistir ante la opresión y el dolor.
Federico se convirtió en un ícono. Su voz, su presencia magnética en el escenario, su elegancia y su forma de encarar la vida lo transformaron en una figura única dentro de la música argentina. Juan Alberto Badía, lo recordaba con admiración cada vez que se presentaba la oportunidad, y en medio de un especial del Canal A aseguró: “Recuerdo mucho a Federico. Me gustaba mucho cómo él pergeñaba los desplazamientos y la relación con el público. Más que su música, la verdad, me impresionaron ellos, y más que ellos, me impresionó Federico. Su manera de mirar, su seguridad, de dónde venía y hacia dónde iban, como que ya estaban instalados. Y era el comienzo”. Esa capacidad de anticiparse, de ir un paso más allá, fue siempre una de las cualidades que lo distinguió. En cada concierto, Federico desbordaba carisma, esa timidez que lo acompañaba en su vida privada desaparecía por completo bajo las luces del escenario.
Pero su vida fue trágicamente breve. El 21 de diciembre de 1988, a los 37 años, falleció víctima del sida, en un tiempo en que la enfermedad cargaba con un estigma feroz. Su partida dejó un vacío inmenso en la música argentina, pero su legado perdura. Virus, con sus canciones atemporales y su espíritu irreverente, sigue vivo en cada acorde, en cada palabra que Federico dejó plasmada con su inconfundible voz.
Federico Moura no solo fue un pionero del rock nacional, fue también un símbolo de resistencia, de belleza y de pasión por la vida. Aunque su tiempo en este mundo fue breve, su luz sigue brillando, inspirando a nuevas generaciones que descubren, en sus canciones, una forma distinta de vivir y sentir el arte.
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