Fernando Ruiz Díaz

Fernando Ruiz Díaz vuelve al escenario con su hermano a flor de piel: “Acá y en todas partes está Gaby”

Antes de volver a tocar junto a Vanthra este sábado en el Coliseo, el cantante y compositor comparte una emotiva charla con La Viola. Recuerda a Gabriel a 10 meses de su muerte, adelanta el próximo disco y cuenta los detalles del esperado reencuentro de Catupecu Machu.

Por Paula Echeverria

Fernando Ruiz Díaz, nunca en calma - LA NACION

Estoy en serios problemas. Escribir sobre la experiencia de conocer, charlar e intercambiar con Fer Ruiz Díaz me resulta inabordable. Tengo la sensación que cualquier palabra que elija resultará reduccionista. Pienso que hay encuentros que no hay manera de traducir; simplemente deben ser vividos.

Pero acá estamos; lo voy a intentar.

La cita fue a las 18 horas de un martes caluroso en los Estudios Vanthra, en Villa Luro. En pocos días, el sábado 11 de diciembre, Vanthra, la banda conformada por Fernando, Charlie Noguera y Julián Gondell, se presentará en el Teatro Coliseo. Esa es la razón de nuestro encuentro pero hay algo que me dice que terminaremos navegando por otros mares. Apenas llego me doy cuenta que estoy en lo cierto. Punto para la intuición.

Toco la puerta en el horario establecido y Julián, baterista y nuestro contacto en común, me da la bienvenida. De repente, el bullicio, el calor y la locura transcurrida en el viaje interminable por la General Paz desaparecen, se esfuman. La temperatura baja y el silencio reina el ambiente. Es un loft que supo ser la casa de Fer y Gaby, el estudio de Catupecu Machu, el lugar donde nacieron sus mejores canciones y, hoy, el espacio de creación de Vanthra. Es una casa cargada de historias y recuerdos. Una mezcla perfecta de pasado, presente y, por qué no, futuro.

Fernando llega unos minutos después. La calma se transforma y se disfraza de efusividad.

“Este sábado será la primera vez que toquemos con Vanthra tras la partida de Gaby", cuenta Fer sobre el show del próximo sábado

Pareciera que alguien hubiese alterado el tiempo y ahora todo sucediera mucho más rápido. Incluso el lugar parece haber tomado más color, como si brillara el ambiente. Es la primera vez que nos vemos en persona. Me saluda con un abrazo y me mira a los ojos. Se disculpa por la demora y en pocos minutos me cuenta todo lo que estuvo haciendo en tiempo récord.

Intercambiamos una risa simpática cuando me dice que viene de comprar botones para sus sacos y me confiesa su fanatismo por los detalles. Después de guardarme unos botones coloridos a modo de souvenir, pasamos a una sala. Silencio. “Acá está Gaby”, me dice mientras me invita a pasar y muestra un altar que está adornado por unos cuantos pósters y muñecos de famosas películas, y dos botellas de vino vacías. Una, es de su colección de los vinos Vanthra; la otra, un vino francés del 2000 que destapó junto a un amigo cuando Argentina ganó la Copa América. Compartimos unos minutos de silencio y sonreímos.

Subimos unas escaleras y nos acomodamos en el estudio rodeados de instrumentos de todo tipo. Agarra una guitarra roja y me enseña los cambios que le hizo. Otra vez, Fernando y sus detalles. Y señala los cuatro stickers que le pegó: uno por Gaby, otro por Vanthra, otro por Catupecu y otro por un amigo. Pienso que ese instrumento consolida todo lo que Fernando representa: la música, el amor y , por supuesto, los vínculos.

Fernando Ruiz Díaz llega este sábado a Comodoro

Tiene una increíble capacidad para rellenar los minutos con palabras y anécdotas, una tras otra. Tengo la sospecha que preguntarle algo a Fernando es sinónimo de abrir una puerta mágica sin saber qué te espera detrás. No hay manera de predecir lo que dirá; solo la garantía de que te espera un viaje emocionante.

En mi cabeza, cientos de temas pasan en forma de ráfagas, uno tras otro sin parar. No me decido por donde empezar así que opto por lo que me trajo hasta acá. Le pregunto por “Viaje Vanthrico”, el show que realizará este fin de semana con un nuevo formato en el que repasarán canciones del histórico repertorio de Catupecu Machu junto al universo de Vanthra. “Estoy contento y un poco ansioso. Tengo unas ganas alucinantes de tocar en el Coliseo después de dos años desérticos”, se ríe.

Me sorprende que, después de tantos años, todavía esté nervioso. Y a la vez me alegra. Qué sentido tendría si ya no le tocara todas y cada una de las fibras del cuerpo. “Me pasa desde que comenzamos. Tengo pocos miedos pero cuando empecé con Catupecu tenía que dejar de comer el día del show por los nervios. Me sigue pasando lo mismo y mantengo los mismos rituales como, por ejemplo, quedarme un rato solo con una copa de vino entre la prueba de sonido y el momento de tocar”, confiesa.

Este sábado será la primera vez que Vanthra tocará en vivo tras el fallecimiento de Gaby, en enero de este año. Y también será el comienzo de una serie de hitos épicos y, sin duda, conmovedores: un show – ya un clásico – para el día de su cumpleaños en enero, la presentación del nuevo disco de Vanthra y el reencuentro de Catupecu Machu en mayo. Todos ellos fueron surgiendo de una manera tan increíble como natural. Me pregunta si me puede contar. Sin dejar pasar ni un segundo, asiento con la cabeza y le respondo: “Por favor”. En ese preciso momento una parte de mí abandona ese estudio y viaja a través de la voz y las palabras de Fernando.

“Con Abril nos separamos en el año 2000, hace 20 años”, comienza explicándome sobre su vínculo con Abril Sosa, el baterista que se sumó a Catupecu con tan solo 14 años. “Un miércoles de enero me manda un mensaje y me dice que le gustaría que nos tomemos un vino y charlemos”, dice. Ese mensaje se convirtió en una llamada de tres horas y concluyó en un pedido: “Fue una charla reveladora donde nos sinceramos como nunca antes. Al final me dijo que quería venir a ver a Vanthra. Le dije que viniera a vernos pero que lo hiciera en una fecha determinada que tocábamos en un bar pero con una condición: si venía, tenía que tocar”. Y Abril cumplió.

Mientras va contándome sobre ese día, me imagino todo como si realmente lo hubiera vivido. Son las 20.15 y en un pequeño escenario de la calle Niceto Vega, en el barrio de Palermo, Fernando Ruiz Díaz vuelve a tocar junto a Abril Sosa en una prueba de sonido. A tan solo unos metros, en la calle, nadie sabe que está sucediendo uno de los encuentros más esperados de la historia del rock actual. La energía de este dúo es tan potente que hasta los técnicos que están trabajando se detienen a verlos, se miran entre sí y alguno que otro se seca una lágrima. “Nos juntó Gaby”, decían entre camarines.

En ese mismo momento, en la provincia de Santa Fe, Gabriel – el hermano de Fer y el tercer integrante de este grupo – le agarra las manos a Betsi, su enfermera preferida, con mucha fuerza. Al punto tal que ella se sorprende y lo observa. Gaby no la suelta y se pone a llorar.

Gabriel, en pleno show. Una foto que compartió Fernando en sus redes sociales

Dos horas después, en Palermo suenan los primeros acordes de Entero a Pedazos y las setenta personas presentes se estremecen. “Quiero presentarles a un amigo”, dice Fernando y le da pase a Abril Sosa. Los testigos se miran entre sí sin poder creer lo que están viendo. Los gritos inundan el lugar y algunos estiran sus brazos mientras susurran que tienen piel de gallina.

Al otro día, a las ocho de la mañana, Fernando atiende el llamado que nunca quiso recibir: había muerto su hermano. “Si Abril me hubiese llamado en ese momento hubiese sido lindo pero no era lo mismo. Lo que pasó fue algo increíble. Nos juntó Gaby, estamos seguros. Y por eso vamos a volver a reunirnos, en homenaje a él”, me cuenta emocionado.

“Este sábado será la primera vez que toquemos con Vanthra tras la partida de Gaby. Todo eso me tiene muy movilizado. Estuve haciendo algunas fechas solo por el país y me sigo sorprendiendo. Fechas agotadas, gente emocionada y muchas personas jóvenes que se sabían los temas pero que, por la edad que parecían tener, lo llegaron a ver a Catupecu”, me cuenta. “Para mí esta reunión de Catupecu es el sinónimo de mi metabolismo. En ese escenario voy a estar junto a Vanthra, mi actual proyecto, y varios de los que formaron Catupecu Machu. Un reencuentro increíble que me hace muy bien. Tiene que ver con algo mágico. Vamos a compartir escenario y mucha gente, que nunca nos vio, lo va a poder vivir. Y claro que Gaby estará ahí porque es omnipresente”, dice.

De repente siento que me despierto y aterrizo de nuevo en el estudio de Villa Luro. Y siento que vuelvo a conectar con el lugar, la situación y, hasta incluso, conmigo. Intento no racionalizar lo que está pasando; hay cosas que la mente no es capaz de descifrar. Siento frío, miro mis brazos y veo que tengo la piel erizada. Todo se detiene. Me reencuentro con los ojos de Fernando y ambos nos secamos las lágrimas.

El tiempo se vuelve a acelerar y él retoma la conversación y me cuenta que en unos minutos se pondrán a ensayar para el sábado, el primer show, y me expresa sus ganas de volver al escenario. “Cuando estoy ahí, floto”, resume. Y pienso en que algo así me está pasando a mí en este momento. “Trato de no pensar mucho antes del show. Lo único que sé es que con Charly y Juli compartimos una energía increíble, muy similar a la que sentía cuando estábamos Abril, Gaby y yo. Es como una erupción; es algo muy poderoso”, me explica.

Miro el reloj y, no entiendo cómo, pero pasaron tres horas desde que llegué. Apago el micrófono y pienso en el desafío que me espera a la hora de desgrabar este encuentro. Nos damos un cálido abrazo y le agradezco. Cuando salgo la puerta siento que hay algo en mí que cambió y todavía no sé muy bien qué.

Hay encuentros que simplemente merecen ser vividos, por lo menos una vez. Y conocer a Fernando es, sin duda, uno de ellos.

===>#ELSIESTERO, Historias y anécdotas de las mejores Bandas del Mundo, Domingos de 17.00 hs. a 18.30 hs. 105.1FM www.fmsos.com.ar

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